Este 4 de junio los mexiquenses tienen en sus manos la oportunidad de poner fin al régimen priista que ha gobernado con pésimos resultados durante más de 86 años. El momento y las condiciones son favorables, el 70% de los electores acudirá a las urnas con la consigna de sufragar en contra del candidato oficial, no obstante, esto no será suficiente, la división del voto puede truncar el deseo colectivo de echar al PRI.
En la recta final, Delfina Gómez, la maestra de Texcoco, ejemplo de superación y esfuerzo, se enfrenta a la poderosa maquinara del sistema, y a su representante Alfredo del Mazo. Resulta simbólico que en un país como el nuestro con desigualdad extrema, los candidatos a gobernar el Estado más importante, provengan de entornos totalmente opuestos, sin caer en los excesos, la elección del domingo podría traducirse en la lucha del pueblo contra la oligarquía.
El futuro político de la nación se juega el fin de semana, una derrota del PRI alimentaría la esperanza de cambio, el ánimo de la gente se reforzaría de cara al 2018, la idea de que mediante la vía electoral se puede desmantelar la política de corrupción y voracidad permearía, por el contrario, una victoria del partido oficial, generaría desencanto y resignación, Peña Nieto y su partido tomarían el oxígeno necesario que les permita llegar fortalecidos a la elección presidencial.
En este contexto, los mexiquenses que diariamente sufren la inseguridad, la mala calidad del transporte público, la falta de servicios públicos y el deterioro en las condiciones de vida, tienen que dejar a un lado sus diferencias y encontrar las similitudes, aferrarse a un voto por el PAN o el PRD, no sirve de nada, al contrario, fortalece al candidato oficial, la única opción es el voto útil en favor de Delfina Gómez.