Vituperio es una palabra del latín vituperare, compuesta de vitium (vicio, culpa o delincuencia) y parare (parar, detener) frenar una descortesía o amonestar a alguien por una intemperancia. Alabanza en boca propia es vituperio, dice el dicho popular. Significa que quien se auto-alaba, se denigra, desmerece a los ojos de los demás, es indicador de arrogancia, prepotencia, distintivo de alguien calificado como pagado de sí mismo. Lo opuesto diametralmente a la humildad y modestia. Que un gobierno se erija en salvador de un país, sin acreditar aún con su trabajo o esfuerzo que merece ese calificativo, evoca al pasaje del padre de la Patria, Miguel Hidalgo, que en el esplendor de su lucha, tuvo el atrevimiento de inducir que se dirigieran a él como “Generalísimo”. No ha sido el único caso, Antonio López de Santana, entronizado en su vanidad galopante, ordenó que al dirigirse a él lo hicieran como “Su alteza serenísima”. El protocolo de la realeza española, establece por ejemplo, que al terminar un discurso o palabras frente al rey, se termine diciendo: A.L.R.P.de V. M. O que significa a los Reales Pies de Vuestra Majestad o las mismas siglas pero con la terminación de V.A. Vuestra Alteza. En la jerarquía clerical, católica religiosa, el trato es de su Santidad al Papa, su eminencia a los Cardenales, su Ilustrísima a los Obispos. En el lenguaje jurídico a los jueces, magistrados y Ministros se acostumbra dirigirse como “Su Señoría”. En el protocolo diplomático a los presidentes o jefes de Estado como excelentísimo; a embajadores como excelencia o también como excelentísimo.

Como una genial estrategia, el gobierno actual, se ha autoerigido como la cuarta transformación del país (4T), equiparándose a las anteriores transformaciones gloriosas de la historia de México: la independencia, la Reforma con Juárez, la Revolución Mexicana y ahora al arribo del gobierno actual al Poder, la “4T”.

La Cuarta Transformación es una genialidad propagandística para dar al gobierno actual, esa categoría histórica, igual a las tres anteriores y dar tácitamente a quien lo encabeza, el nivel o rango de personajes de la independencia, la Reforma y la Revolución. Pero esa categoría sugerida, asimilada por la prensa nacional, tal vez por la comodidad de escribir su abreviatura la “4T” así, como la Cuarta Transformación del país, sin que nadie repare, reflexione, ni reclame, sobre tan significativo apodo. Sin embargo, ese lugar en la historia no se establece por Decreto o por una campaña Propagandística, el riesgo es que la voz populi o el pueblo se desencante y con el paso del tiempo ese pretencioso apodo, lo cambien por algún mote que le identifique con sus acciones, como Destruccionismo Tropical Mexicano (DTM), o algo similar o más procaz.

Sentirse arrogantemente transformador del país, ignorando periodos heroicos de la historia Patria como el de Cárdenas resulta claramente ofensivo para los grandes hombres de la historia moderna, suena soberbio, arrogante y grosero. Es adelantarse mañosamente. Es de antemano creer que se ha encarnado a Dios o un sitial heroico, divinamente en la auto complacencia. Tampoco es. Podría ser. Pero no es aún. Por reciente para el juicio de la historia. No hay que olvidar que el gesto de Napoleón de quitar de manos del Papa la corona para colocársela él mismo, inmortalizado en la pintura de Jacques-Louis David, no fue bien visto por su pueblo, pero así ha trascendido. Aunque realmente Napoleón nunca "arrebató" la corona de manos del Papa, ese mito lo inventó Adolfo Thiers, eso estaba previsto en los preparativos del protocolo, y aprobado por el Papa, pero la plebe así lo percibió.

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