¿Cansado de que la gente te identifique por ser provinciano? ¿crees que es tu manera de caminar? ¿de hablar? ¿tu acento? ¿tu look?
“Nooo, pus saaabe”, lo que sí es verdad es que nosotros, los de provincia (léase como cualquier parte que no es la Ciudad de México) (según esto), nos enfrentamos con ciertas situaciones, unas difíciles, otras no tanto. Por ejemplo:
–Me da un elote de vaso–
–¡Son esquites joven! ¿Le pongo chile del que pica o que no pica?
–Emmm mmmmmmm, del que pica poquito–
No llegamos con cajas de huevo a la central del norte. Ni llegamos con taparrabos, usamos ropa normal, como ustedes.
No somos lentos, ni estorbamos al caminar, poseemos velocidad y hambre de triunfo. Sí, corremos al atravesar las avenidas, como ustedes, sólo que con un poco más de inseguridad, algo así como a 30km/h
–¿Cuál de todos esos es un pesero?– ¿Cuál es el camión? ¿Aquí no pasa la ruta tal? ¿Cuál el trolebús? ¿Cuál el mexibus? ¿Metrobus? Lo entiendes todo después de medio año usando el transporte público, equivocándote e incluso extraviado en la gran urbe. También debemos mencionar y dar gracias a las almas generosas que nos dicen “Aquí es la bajada”.
Los platillos delicatesen de la CDMX: ¿Guajolo… qué? ¿Tacos sudados, de quién o por quién? Y qué tal cuando nos ofrecen “pancito” refiriéndose al pan.
–¿A poco a todas horas venden tacos al pastor aquí? En mi ciudad sólo en las noches–
Nuestro “tonito” no es cantadito ni sufrido, es sólo un tono diferente.
Aceptamos el ate con queso como un rico y nuevo postre.
Nuestra inocencia nos permite sólo una vez caer en las redes de los vendedores de cupcakes.
No comprendemos a qué se refieren cuando dicen “zacate”, nosotros comprendemos que es el nombre del césped, hierba o pasto de la familia de las Zacategramíneas, las cuales crecen formando una cubierta densa. Pero los citadinos aseguran que es con lo que tallan su cuerpo cuando se bañan o con lo que lavan los platos.
Las amistades citadinas voltean los ojos o se codean discretamente cuando mencionamos:
Allá en mi tierra cuando…
Allá de donde soy acostumbran a hacer…
En ocasiones sacamos el provincionario y sabemos que “zaguán” es un portón que da a la cochera. Y que “valedor” es un muy buen amigo que tienes. En fin.
Aunque los citadinos no comprendan muchas cosas que decimos y hacemos, deben practicar su tolerancia y aprender de nosotros, aceptarnos y vivir en armonía. Los de provincia cuando sentimos esa discriminación nos defendemos sin insultar y contando algo sobre nuestra ciudad natal, alguna anécdota o algo así, usando la imaginación.
Provinciano se nace y nunca se olvida de sus raíces.