La tragedia con fines políticos
La caída del metro aéreo en la Ciudad de México, parece un atentado del “Guasón” o de algún villano de historieta, fue espectacular.
Cual película del maestro Luis Buñuel, en vez de socorrer a las víctimas, revisar la línea, investigar qué pasó, deslindar responsabilidades, plantear un plan de emergencia para movilizar a la gente que viaja de regiones muy remotas, se ha utilizado la tragedia con fines políticos.
De repente, los vagones del metro que cayeron en forma de “V” se convirtieron en el centro de la “M” de Morena, sin que exista una relación directa entre la tragedia y el partido político.
El uso de los muertos por parte de la derecha, además de necrófilo y mostrar una hipócrita solidaridad con gente pobre que jamás saludarían en la calle, revela una insensibilidad tipo “psicho-killer”, de perversos que no tan solo se regocijan con las muertes, sino que hasta las patrocinarían. Entre el “Peje” y la tragedia, básicamente está Ebrard, pero de ahí, a la pretensión de que Morena es la culpable, hay mucho trecho.
En 1997, Atom Egoyan filmó la película “Dulce Porvenir”, sobre un abogado que viaja a un pueblo de Canadá, donde fallecieron 14 niños en un accidente de autobús escolar. Su misión es convencer a los padres a que se apersonen como “acusación popular” en un juicio que mostrara negligencias por parte del ayuntamiento y de los constructores del autobús. Lo interesante es que los padres estaban bien sin un culpable, hasta que llegó el abogado a meter cizaña.
La gente siempre quiere un culpable por dos razones:
1. Así el suceso tiene una explicación: la maldad o estupidez del culpable.
2. La ira colectiva encuentra donde desahogarse.
Aquí el principal culpable es Marcelo Ebrard, por hocicón, por andar presumiendo la Línea 12 como “su obra”. Aunque la culpa fuera de un ingeniero, de todos modos Ebrard se responsabilizó por todos. Es como el director de una película: Si hay un fuera de foco en pantalla no es culpa del fotógrafo, sino de quién lo dejó pasar.
También es responsable la compañía constructora, el ingeniero encargado de la obra, funcionarios administrativos, las autoridades negligentes que no tomaron en cuenta los reportes de que ese tramo estaba mal, desde el último gran sismo, pero dudo que nadie vaya a ser castigado.
En lo que se pasan la bolita unos a otros, se puede preparar un chivo expiatorio: “¡Don Gonzalitos! ¡El selló de recibido el reporte que no se entregó en tiempo y forma a las autoridades correspondientes! ¡Al bote!”
"No va a revivir a sus muertos"
Si le dices a los familiares de las víctimas que el culpable es Ebrard, Mancera, Calderón o hasta el Dr. Gatell (quien últimamente no ha sido culpable de nada), eso no va a revivir a sus muertos; se van a quedar con la sensación de su pérdida fue por un accidente, por “estar donde no debían”.
La culpable directa fue la naturaleza (o Dios, o la entropía o como ustedes quieran llamarle a quien decide los sucesos), pues el paso del metro sobre ese puente funcionó como diez años, hasta que, por motivos físicos (material, peso, resistencia) se vino abajo. Como un coche que se queda sin frenos, evidentemente hay un humano detrás del error (y yo, en lo personal, no creo que aporte nada crucificarlo), pero lo acontecido fue por la inesperada intervención de fuerzas naturales, sin un premeditado plan humano con intenciones dañinas (al menos, hasta que una investigación revele actos de corrupción con su construcción, o un atentado). La desgracia del metro no tiene razón ni un culpable humano definido, como los tsunamis, los sismos, las plagas, los virus. No es el caso de Rosario Robles, “Javidú”, Cabeza de Vaca, quienes claramente son culpables de clavarse el dinero.
Tiene que investigarse que pasó justo ahí, pues a lo largo del puente hay tramos idénticos, con el mismo material y podrían encontrarse daños que presagien otra caída. Se tendrían que demoler.
También se podrían descubrir indicios de que el puente fue dañado intencionalmente. Si se diera el caso de un atentado, significaría que la abstinencia de dinero mal habido, le ha despertado a la derecha una nueva idea: “Terrorismo a los pobres: No tenemos que convencer a los ricos que se opongan a la 4T, pues son enemigos por naturaleza, el chiste está en poner a los pobres contra la izquierda; no estaría mal tumbarles un puente de sus metros feos, lejos de zonas ‘fifís’, para que se abalancen contra Marcelo Ebrard y Claudia Sheimbaum, dos de sus presidenciables”.
Quizás la línea vuelva a funcionar y probablemente la tomarán quienes dijeron que “jamás se volverían a subir” (así como la gente dijo que no se volvería subir al metro en 1975, cuando chocaron dos metros en el Metro Viaducto). Todo volverá a la normalidad y espero que el culpable de la tragedia, al menos ya no haga daño.