Probablemente no sepa quién es Valentín Meneses Rojas, pues, aunque el notario público número 28 de la capital del Estado milita en el PRI desde hace mucho tiempo, no había buscado un cargo de elección popular; hasta ahora, que reveló sus intenciones para convertirse en presidente municipal de la capital poblana.
Casi toda su actividad política se dio durante el mandato del gober precioso, Mario Marín (actualmente prófugo de la justicia por la tortura e intento de homicidio de la periodista Lydia Cacho, aunque también pesan sobre sus hombros otros delitos graves: lavado de dinero, delitos fiscales y complicidad con el tratante de menores y productor de pornografía infantil Jean Succar Kuri; lo mismo que su socio y protegido, también prófugo, el empresario textil Kamel Nacif).
Valentín Meneses Rojas y Mario Marín Torres se conocieron desde la infancia y comenzaron juntos su militancia en el PRI. Les hago un resumen de su carrera: Fue secretario de Comunicaciones y Transportes (en cuya gestión, hubo denuncias de taxistas extorsionados); ex director del DIF (donde cobraba 100 mil pesos mensuales, más que un secretario de gabinete), secretario de Gobernación (firmando documentos “preliberacionales” que libraron a peligrosos maleantes de pisar la cárcel: José Faustino Pérez Rojas, quien había sido condenado a 19 años de cárcel por violación sexual; Desiderio Jiménez Viveros, condenado a 22 años por secuestro, y José Luis Pérez Calderón, condenado a 12 años por homicida); Coordinador de campaña de Alberto Jiménez Merino, quien perdió estrepitosamente las elecciones para gobernador.
Actualmente, Valentín Meneses Rojas se “destapó”, no solo como candidato del PRI a la alcaldía de la capital poblana, sino como probable pedófilo, al mostrar un ardoroso apoyo al pederasta prófugo, lo cual no se explicaría si no fuera cliente del clan Jean Succar / Mario Marín / Kamel Nacif; además de su probada venta de “preliberaciones” de delincuentes, que podría hermanarlo con el hampa.
En el programa “Ante la corte” (del medio E-Consulta), hizo una enardecida defensa de Mario Marín, a quien auguró una “exoneración” al odiado priista (negándose a ver la realidad, como Felipe Calderón, Aguilar Camín, Gilberto Lozano u otros alienados que tienen en su cabeza un México personal, muy distinto al de la realidad).
Dijo que la persecución de Marín obedece a una cacería sin fundamento, creada por Morena y tachó de ilegal un proceso legal. Afirmó que es mentira el congelamiento de las cuentas del ex gobernador, asegurando que “carece de cuentas personales, solo tiene la de su notaría” (¿cómo lo sabe?), declarando que Marín “es bien recordado, por las obras que hizo” (claro, y para recordar sus obras, están las grabaciones de sus conversaciones telefónicas con Kamel Nacif).
Meneses Rojas ha sido el primer priista en exhibir sus deseos para volverse candidato local, criticando a los que abandonaron el barco ante su declive, afirmando “les faltó lealtad para mantenerse en el PRI” (¿habrá querido decir, “lealtad al crimen político?”) y ante las pocas probabilidades de ganar, dijo que buscaría una alianza con el PRD (otro partido condenado al fracaso; una alianza PRI-PRD sería como una alianza entre un cojo y un manco).
¿Es una locura postularse por un partido moral y electoralmente derrotado? Tal vez no. Los millones descongelados a los presuntos pedófilos son buenos para una campaña política, cuantimás si esa campaña promete protección e impunidad a quien los aporta.
Mientras la opinión pública se concentra en FRENAAA, la consulta para enjuiciar ex-presidentes, la pandemia y otros asuntos relevantes, en Puebla se fortalece el hampa, donde huachicoleros, feminicidas y “padrotes” siguen teniendo un gran poder. Con sus declaraciones, Meneses Rojas “destapó” el inmenso poder que los acusados de crimen organizado tienen en Puebla.
No descartemos la posible asociación de Mario Marín y Kamel Nacif (y una probable participación de Valentín Meneses) con el huachicol, tomando en cuenta sus negocios personales en la CFE y PEMEX.
Recordemos que los propios huachicoleros son los principales sospechosos de haber victimado al ex gobernador Rafael Moreno Valle y su esposa, la gobernadora Martha Erika Alonso, ante el cuestionamiento de su triunfo electoral, en el que habían invertido.
Recordemos también el allanamiento del domicilio de Lydia Cacho, donde los criminales se robaron evidencias de la periodista, además de asesinar a sus mascotas, así como mataron a una niña salvadoreña, tal y como consta en su libro “Los demonios del Edén”.
Lydia Cacho aseguró recientemente que Mario Marín está en su entidad, protegido por uniformados estatales y federales (lo cual, no dudaría, tomando en cuenta una fotografía que se publicó hace varios meses, donde se aprecia a uniformados departiendo con huachicoleros).
No creo que sea tan difícil apañar a Mario Marín, basta con disfrazar a un agente policiaco con bigotes postizos y lentes obscuros para que sigan a Valentín Meneses Rojas, y “Don Fracasos” los lleve a su guarida.
Si el ministro Arturo Zaldivar (presidente de la Suprema Corte) no puede impedir que dos jueces descongelen cuentas de dos pederastas y lavadores de dinero, ni el gobernador Miguel Barbosa es incapaz de aprehender a los cínicos coludidos en crímenes graves, en su propio territorio, es que el crimen organizado en Puebla tiene más poder que los narcos, y se necesita la ayuda de los Cascos Azules de la ONU para entrar a su madriguera y apañarlos, o corremos el riesgo de que el PRI gane la presidencia municipal, la gubernatura y en el futuro logren imponer una presidencia pedófila de la República, trepándose a los movimientos de la derecha.