La renuncia de Germán Martínez Cázares a la Dirección General del Instituto Mexicano del Seguro Social(IMSS) con toda esa carta tan dura, pero tan cierta en muchas de las razones ahí expresadas, era para que el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando menos le concediera el beneficio de la duda.

No para convencerlo de permanecer en el cargo, sino para averiguar verdades y artificios esgrimidos en la misiva a favor o en contra de la buena marcha del IMSS, viendo siempre la atención de los derecho-habientes. Sin embargo, el mandatario prácticamente le dio la razón a Hacienda.

Solo el presidente López Obrador sabe por qué ni siquiera dijo un “revisaré las razones de la renuncia”. Guardando su orgullo, debiera hacerlo por el bien de los trabajadores asegurados, del Instituto y del propio Gobierno Federal que él encabeza y en el cual los más pobres del país pusieron todas sus esperanzas.

LO REALMENTE GRAVE

¿Por qué echar a saco roto las razones de la renuncia de Germán Martínez? Sí, razones como las siguientes:

El IMSS como órgano fiscal autónomo cobra cuotas a patrones y trabajadores, para dar cobertura de seguridad social a millones de mexicanos; redistribuye en sus servicios más de mil millones de pesos diarios () desde cuidados prenatales antes de nacer, hasta tratamientos paliativos antes de morir. Por eso, controlar en exceso esos recursos, que son de trabajadores y empresarios () puede acabar con esa dinámica de solidaridad social propia del Instituto.

Si lo dicho por Martínez Cázares es real, entonces qué grave. Porque entonces, la Cuarta Transformación está minando tal institución y con ello pone en riesgo la misma salud de las personas necesitadas de atención médica. En otras palabras, podría estar matando gente.

Suena duro, ¿verdad? Sin embargo, puede ser una realidad que el presidente López Obrador debería revisar con lupa, porque como él lo prometió: Primero los pobres. Y si no confía en los funcionarios del IMSS, tampoco debe confiar del todo en los de Hacienda, que le pueden estar haciendo de chivo los tamales.

La carta de Germán Martínez no tiene desperdicio, desde la primera palabra hasta la última bien vale la pena leerla y releerla, reflexionarla y analizarla. Y tiene muchas lecturas; cada quien le dará el ángulo desde donde quiera verlo: Político, económico, financiero, de salud, etc.

Sin embargo, el más importante --desde el punto de vista de esta escribiente— es el de salud. Por eso preocupa la siguiente expresión de Germán Martínez:

“Mientras se discute la remodelación del IMSS, muchos trabajadores siguen sin certeza laboral, otros sin contrato, algunas vacantes aumentan, el rezago en infraestructura es brutal, -en 2019 prácticamente está en 0% el avance de obras y el pago a proveedores-, los contratos y convenios de servicios se rezagan, y algunos están por vencerse sin horizontes de legalidad y eficiencia, las compras de equipamiento paradas, las reclamaciones y litigios aumentan; y si bien el abasto de medicamentos está garantizado, es precario y en algunos lugares pende de un hilo.”

En las últimas dos líneas se encierra lo grave entre lo grave: La insuficiencia de medicamentos. Y la falta de ellos es la crisis que se avecina de manera vertiginosa. Y no solamente en el IMSS, sino en todas las clínicas y en todos los hospitales públicos, donde los medicamentos empiezan a escasear.

Vaya, no se trata de medicinas para curar un catarro, sino de medicamentos para tratar enfermedades terminales. Los almacenes hospitalarios solo cuentan con dosis para uno o dos meses más. ¿Cuándo el Gobierno federal abastecerá lo necesario? Es incierto.

Ocurre que como para la actual administración todo mundo es corrupto, las compras ya no las harán directamente los hospitales o las dependencias del sector salud, sino fueron centralizadas para hacerlas seguramente la Secretaría de Hacienda vía licitaciones.

Claro, el presidente López Obrador tiene razón en desconfiar porque ciertamente había mucha corrupción en la adquisición de medicamentos. Pero la centralización está generando otro problema: Una crisis de dimensiones desconocidas.

Por eso Germán Martínez tiene razón cuando dice: “Los niños que padecen cáncer y esperan su tratamiento, quienes viven a la espera insulina, las poblaciones de la diversidad sexual que reclaman antirretrovirales, y los millones de enfermos que se atienden en nuestras clínicas y hospitales, no merecen ni un minuto de rebatingas de poder”.

REBATINGAS DE PODER

¿Qué rebatingas de poder? ¿Aquellas entre la Secretaría de Hacienda y el IMSS? ¿Entre Carlos Urzúa y Germán Martínez Cázares? ¿Entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y sus antecesores? ¿Entre las mafias farmacéuticas y el gobierno?

La rebatinga que sea, parece tener mayor valor que la salud de los mexicanos.

Vaya, si AMLO no le tenía confianza a Germán Martínez, ¿por qué lo nombró al frente del IMSS? El pensamiento de quienes han sido formados en la derecha, es muy distinto al pensamiento de quienes se formaron en el centro-izquierda.

O quizá no sea un asunto de ideologías, sino de desconfianza generalizada en todos los funcionarios del Gobierno Federal para evitar la corrupción y con tal pretexto centralizar y concentrar el poder ni siquiera en manos del Presidente. ¿Es eso?

SIN PALABRAS

En la carta de renuncia de Germán Martínez hay frases que dejan sin palabras, como las siguientes:

“Si acaso Hacienda cree que los ahorros en el IMSS los puede desviar a otros fines, es necesario recordarle que ‘el Instituto no estará obligado a concentrar en la Tesorería de la Federación sus ingresos’…”

“Descuidar la recaudación tributaria y la debida y justa incorporación de los trabajadores al seguro social es suicida para el IMSS.”

“Se han despedido trabajadores eventuales, con las disposiciones de Hacienda, cuando muchos de ellos podrían estar incluidos en el programa prioritario de Jóvenes construyendo el futuro.”

“No veo las iniciativas de la burocracia de Hacienda para dar seguridad social permanente a todos los jornaleros del campo, a los repartidores de comida o choferes, ni a los trabajadores de la construcción, como sí hicimos con las trabajadoras del hogar, motivo y orgullo del IMSS lopezobradorista.”

(Ahí están las razones del por qué no le cuadran las cifras del empleo u desempleo al presidente López Obrador)

“Ayudar en la enorme tarea moral de separar los asuntos del gobierno de los negocios personales, como quiere la Cuarta Transformación de la patria, lo puede hacer el IMSS, siempre que no le pongan obstáculos, barreras y desconfianzas externas.”

“Creo y defiendo al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, porque no es gerente de los que se creen dueños del país. No es florero de nadie, como el mismo lo dice. Yo seguiré su ejemplo: tampoco yo seré florero en el IMSS de decisiones tomadas fuera del IMSS.”

“El Presidente de México necesita nuestro apoyo, no nuestras disputas.”

“Estoy consciente de los límites y de mis límites, puedo equivocarme, pero soy decente y tengo vergüenza pública…”

Sin palabras, ¿verdad? Pareciera como si los funcionarios del Gobierno Federal todavía no saben cómo gobernar, no les cae el veinte del significado de la Cuarta Transformación. En fin, ¿la crisis en el IMSS es reflejo de la crisis en el joven gobierno de izquierda?