El gobierno mexicano, desde antes de asumir el poder formal, provocó incertidumbre y volatilidad en los mercados financieros, es un hecho innegable.

Dicha inestabilidad, fue generada por la forma en que se canceló el proyecto del nuevo aeropuerto. Le reitero que, a juicio de su columnista, el principal problema no fue la cancelación en sí, sino la forma en que se proceso la decisión: a mano alzada en la plaza pública. Eso fue lo que puso nerviosos a los mercados.

Desde entonces, el gobierno se dedicó a comunicar, en voz de su presidente y principal vocero, que le tenía muy sin cuidado el asunto y que los mercados se fueran acostumbrando a dejar de imponer su voluntad en México. Los mandó mucho al carajo pues.

Sin embargo, ahora vemos que solo se trataba del discurso para el pueblo, pues fuera de los reflectores, autorizó a su equipo hacendario para que prepararan y contrataran una amplia estrategia de control de daños, y también para que se gastaran varios miles de millones de dólares en recoger el tiradero que provocó la torpeza del secretario Javier Jiménez Espriú. Me refiero a la anunciada recompra de los bonos.

Vaya, ahora vemos que al presidente no le importan tan poco los mercados, o que le importan bastante mas de lo que comenta en público, y qué bueno.

Ojalá que en estos primeros meses logre un buen matiz para el tema, es decir, que sí los tome en cuenta lo suficiente, porque efectivamente pueden hacer bastante daño si los ignora por completo, pero que también siga adelante con su proyecto de reducirles el alcance de la injerencia, pues es un buen experimento que si se opera con cuidado y eficacia, puede generar resultados interesantes para el país.

Al analizar los primeros días de la estrategia de recompra de los bonos, surgen aspectos interesantes a valorar.

Por un lado, la SHCP lanza la recompra debido a que los propietarios de los bonos perdieron la confianza en el gobierno mexicano. Esto significa que México salió a ponerles dinero sobre la mesa, primero para que se les bajen los nervios, y segundo, para que puedan recuperar casi todo su dinero, además de retirarse del negocio del NAICM sin ir a tribunales y ocasionarle un pleito legal internacional al país. Hasta aquí, parece una solución costosa y dolorosa, pero finalmente viable para recoger el tiradero.

No obstante, era de esperarse que los dueños de los bonos no se iban a dejar convencer a la primera, y por eso ya pidieron que se les ofrezcan garantías explicitas de pago y mayores premios, para quienes decidan conservar sus bonos y/o aceptar cambios en las condiciones de los mismos. Esta es otra opción que está dando el gobierno mexicano: que conserven sus bonos, a cambio de incentivos económicos, pero también de una renegociación de las condiciones.

Dice la sabiduría popular que toda buena negociación comienza con una mentada al 10 de mayo, y bueno, es precisamente lo que vimos en esta primera semana: el gobierno ofreciendo algo un poquito menor a lo justo, dado el contexto; y a los dueños de los bonos gritando que no aceptaran y que prefieren un buen pleito en vez de un mal acuerdo.

A la distancia, parece que el gobierno mexicano lleva las de ganar, pues está aprovechando muy bien el doble filo de la pérdida de confianza, es decir: “como ya me perdiste la confianza, te indemnizo por encima del valor de mercado para que no me demandes”, pero también, “como insistes en que ya no confías en mí y en que te urge salir corriendo de aquí, pues no creo que tengas incentivos para continuar siendo mi prestamista,  así que no me dejaré asustar para ofrecerte mas de lo anunciado”. Vaya, de ser así, resultaría que los bonistas, en el pataleo, llevaron la penitencia.

Estamos ante un tema que es la consecuencia de una gran tontería: la forma utilizada para cancelar el aeropuerto. Y por eso, por haber sido una tontería, es que nos está costando muchos millones.

Separadamente, enfrentando lo inevitable, estamos ante lo que parece una buena estrategia del nuevo gobierno para salir del entuerto, para apagar el incendio.

A unos días de haber comenzado, si subimos al secretario Javier Jiménez Espriú a la báscula política, ¿le parece a usted que le ha agregado valor al proyecto del presidente López Obrador?

Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted. 

                                                      

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