Qué comentario más clasista y, por lo tanto, desagradable el de este sábado en la columna Templo Mayor del diario Reforma.

Como el presidente electo Andrés Manuel López Obrador comió el jueves en la tarde en el restaurante Las Mañanitas, de Cuernavaca, a los editores del periódico propiedad de Alejandro Junco de la Vega solo se les ocurrió decir lo siguiente: 

“Nada más no le vayan a decir que es uno de los restaurantes más exclusivos y caros de la entidad, porque anda muy sensible con las críticas a los ‘lujitos’ que se dan algunos promotores de la Cuarta Transformación”.

Increíble que se critique a Andrés Manuel por visitar un restaurante que ni siquiera es el mejor de Cuernavaca, Morelos.

Según TripAdvisor es el restaurante número 10 de esa ciudad. Enseguida la lista de los mejores lugares para comer que ofrece ese sitio especializado en la industria del turismo:

1º La Vicenta Cuernavaca

2º Brother’s Bar&Grill

3º Anticavilla Restaurante

4º House REstaurante

5º El Madrigal

6º Aramando’s Pizzeria & Ristaurant

7º Tamuz

8º La Casona Hotel & SPA Hacienda

9º Restaurante Casa Hidalgo

10º Las Mañanitas

Seguramente los periodistas de Reforma se sienten langostas porque estos crustáceos tienen la sangre azul.

Bastante cuestionable ha sido todo el alboroto por la boda de César Yáñez, que pésele a quien le pese, fue un evento privado pagado con recursos privados generados por la novia y su familia en actividades empresariales...

Pero de acuerdo, eso pasa… Ahora bien, ¿ni siquiera permitirle a AMLO acudir a un restaurante más o menos bien posicionado?

Demasiado clasista el comentario de Reforma, de plano.

Seguramente los periodistas, editores y propietarios de ese diario se sienten todos exquisitos y de clase alta.

A tales personalidades fifí se refirió John Lennon cuando pidió en un concierto, a los pobretones y clasemedieros de la galería, simplemente aplaudir, mientras que a los potentados de los palcos (de donde supongo no sale la gente de Reforma), que bastaba con que hicieran ruido con sus joyas.

En fin, qué mamones se ven.