A diferencia del mundo antiguo dotado de verdades absolutas y mitos dominantes sobre los pobres mortales pecadores (el mito más relevante es el de dios), las sociedades modernas han producido desde la ilustración al Estado Constitucional de ciudadanos con deberes y derechos. Dicho sin abajes: la idea de dios salió hace mucho tiempo de la escena social, para no volver jamás, y dejar su lugar a la razón política humana y solo humana.

La República moderna es humanista porque desterró de su ser toda soberanía metafísica o sobrehumana; para ella dios no sólo no existe, simplemente es irrelevante. Por esa razón es posible la secularidad del Estado y por tanto su carácter laico sustentado en las siguientes realidades del ser y el deber ser:

1.La ética de la República es cívica y no religiosa, por tanto las consideraciones de la moral teológica de cualquier credo no solo son irrelevantes, son antirrepublicanas.

2.La República es un Estado formado por los ciudadanos y por tanto su soberanía no es divina sino popular. No obstante, la soberanía popular en la República está sujeta a los controles legales que ella misma se ha impuesto (principio de legalidad).

3.Si bien la soberanía es popular en la legalidad, en la realidad de los hechos las Repúblicas están sujetas a la correlación fáctica de las fuerzas reales de poder (en la política, la economía, la cultura y la sociedad misma) en la que participamos todos. Juntos pero no revueltos.

4.Estas fuerzas reales de poder (como las iglesias)  están sujetas a un orden constitucional rígido que impide que el poder sea monopolizado. Cuando en una República el poder se monopoliza, se trasforma en Dictadura y la República se derrite en el fuego del autoritarismo.

5.Si la República no es laica, sino dictadura teológica (de izquierda, derecha o centro), sus ciudadanos no gozan de libertad de credo o no credo y por tanto se asume como Dictadura de la conciencia. Ahí, también la República se derrite.

6.En la República laica, se tienen claras las diferencias entre creer en dios y no creer, tener una religión o no tenerla, ser parte de una iglesia, grupo religioso o comunidad creyente en un dios o no, ser monoteísta o politeísta y demás variantes, por eso da un trato diferenciado a las personas físicas creyentes o no, respecto de las personas morales de carácter religioso y los ministros de culto.

7.Creer o no creer en un mito religioso es un derecho que la República otorga a sus habitantes, una libertad fundamental que se eleva a derecho humano imprescriptible.

8.En la República laica nadie tiene el derecho de imponer una religión o credo a otra persona, incluso si está es su hijo o pupilo. Las familias de la República laica se sustentan en el principio de solidaridad y lealtad, no en la imposición sobre la conciencia libre.

9.La República laica no vive en el éter ni en la idealidad, requiere de recursos económicos para construir instituciones, que es el fin fundamental del Derecho, por eso cobra contribuciones (impuestos). Si la República es laica, recibe contribuciones de todos, creyentes en alguna religión, secta o fe y de los que no creemos en dios; por eso es contra la República eximir de pago de impuestos a las personas colectivas llamadas iglesias o invertir las contribuciones en fines religiosos.

10.Si la República es laica en el cobro de impuestos, en la prestación de servicios públicos (a usted no le preguntan si es o no católico para usar el metro), en la defensa y seguridad nacional, en la seguridad pública, en el registro de los nacimientos y las defunciones, en la seguridad social y la salud, en las comunicaciones y los transportes, en la manufactura de dinero mediante un Banco único que controla el poder adquisitivo de la moneda, en la administración y la procuración de justicia, en el legislar en muy diversas materias, en la generación de empleo, y otras cosas más, también lo es en la educación y en el registro de los contratos matrimoniales. Por esa razón la educación es laica y las personas se pueden casar independientemente de su preferencia sexual.

11 La República laica dialoga con todos, admite la manifestación pública de las ideas y la protesta, porque es ante todo demócrata. Pero la República laica no es ingenua, torpe o débil, de serlo sería desleal a los ciudadanos que la han creado bajo un Contrato Social. Por eso impone los límites que el propio orden Constitucional establece y no da marcha atrás a los derechos que ya están vigentes en la Carta Magna como el de no discriminación.

Posdata: Por estas y muchas otras razones, en la República Laica es legítimo y legal el matrimonio igualitario.