La economía mundial ha sufrido mucho a causa de la pandemia. Dicho así suena impactante, pero quizá no baste para explicar la inmensa tragedia que eso ha significado para millones de personas, que han perdido empleos, ingresos, empresas y las esperanzas depositadas en ellos.
Eso es lo que está cabrón, reconocer que además de personas, la pandemia ha matado las oportunidades de que millones de familias pudieran salir de la pobreza para alcanzar mejores niveles de calidad de vida, y antes al contrario, es causa de un ya marcado incremento en la cantidad de gente que vive en condición de probreza, o de que empeorarán las condiciones para muchos que ya estaban sumidos en ella.
Tomará tiempo recuperar lo que se perdió, y más aún cuando el hecho es que muchas de las actividades productivas tendrán cambios muy importantes en su forma de operar, cambios que aún no alcanzamos a entender, pero que habrán de definir la dinámica de la recuperación económica y, lo que es más importante, de la forma en que esta recuperación se hará sentir en empleos, ingresos y oportunidades de desarrollo para quienes ya resultaron afectados por el Covid-19.
Porque el caso es que una vez qué pasó el periodo de confinamiento que empezó en marzo, nos dimos cuenta de que muchos negocios ya no volvieron a abrir sus puertas, y conforme pasa el tiempo hemos ido viendo cómo muchos más tienen que cerrar o recortar personal a consecuencia de una evidente transformación en la dinámica del mercado.
Y hoy esto nos pone a temblar a todos ante la inminente posibilidad de un nuevo periodo de aislamiento que pudiera sentenciar la suerte de negocios que hasta ahora habían sobrevivido.
¿Qué pasaría en los sectores turismo y comercio si hiciera un nuevo periodo de aislamiento justo en la que tradicionalmente era una de sus mejores épocas del año?
¿Qué pasaría para los centros comerciales tuvieran que ceder al comercio en línea las enormes ventas que se registran en la temporada navideña?
Y ojo, que la pregunta ni siquiera debiera ser esa, sino qué pasaría a quienes trabajan en esos sectores, como empleados o empresarios, si el confinamiento matara la posibilidad de recuperación, que después de un año para el olvido, implican las ventas de las siguientes semanas.
Por supuesto, está fuera de discusión el hecho de que la prioridad tendría que ser la contención de la pandemia, pero el hecho es que a todos, gobierno, sociedad y sector privado, compete el actuar responsablemente procurando que el combate al bicho no implique matar la economía de millones de familias.
Porque el hecho es que así como millones no se han podido quedar en sus casas porque han tenido que salir a trabajar, hay que entender que el deterioro económico podría provocar que muchos se vean forzados a seguir saliendo a la calle y muchos otros tendrán graves problemas para seguir teniendo una casa en que quedarse.
Por eso es tan, pero tan importante que quienes operan activos inmobiliarios para los sectores comercio, turismo, hospitalidad y oficinas, tengan la capacidad de implementar protocolos que permitan mantener la operación de sus actividades, la calidad de sus carteras y la solvencia de sus clientes.
Tan importante como el que los gobiernos generen apoyos que les permitan tener éxito en la implementación de estas medidas.
Urge que gobiernos y sector privado sigan creando apoyos que impidan que la gente corra el riesgo de perder la casa que habitan, sea propia o rentada.
Apoyos como los que al inicio de la pandemia tomaron con toda oportunidad lo mismo la banca, que organismos públicos como Infonavit y Fovissste.
Y urge crear apoyos que permitan que para cuánto sector productivo sea posible, sea viable operar con bajos niveles de ocupación y minimizando el riesgo de que nuevas restricciones en la posibilidad de ocupación provoquen que muchas empresas dejen sus oficinas y se vean forzadas a reducir personal.
Los gobiernos tendrán una dura prueba en la implementación de medidas que permitan que sigan operando hoteles, restaurantes, oficinas y centros comerciales, reconociendo que aún en la emergencia no se puede pedir a la gente que elija entre morir de hambre o morir por la pandemia.
Sin miedo al éxito... ¿por qué no pensar en apoyos a las empresas que les permitan seguir con vida y mantener empleos?
Y sí, reconociendo que la prioridad es hacer frente a la emergencia sanitaria, habría que esperar que el gobierno extreme precauciones y tenga total claridad en un mensaje que indique a la población lo que se debe hacer.
Nadie quiere volver a un confinamiento que será necesario en la medida en que la pandemia marque pautas y en la capacidad de tengamos gobiernos y sociedad para cumplir con la parte que nos corresponde, respetando al máximo las indicaciones y sin crear confusiones que pongan en riesgo la salud y la economía.
* Horacio Urbano es fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas de desarrollo urbano, sector inmobiliario y vivienda.
@horacio_urbano