A decir del periodista Isidre Amorós, corresponsal en Pekín del periódico español La Vanguardia, Wong «se ha convertido en una pesadilla para las autoridades de China y de Hong Kong».
Poco se habla de él en Occidente, pero las primeras planas de grandes periódicos de Oriente lo pusieron en la mira hace unos años, tras poner en jaque a la ciudad más grande del mundo, Tokio.
Con un libro publicado, titulado No soy un héroe y un currículo con actividades precoces, nutrido de hazañas y destrezas, el varias veces encarcelado muchacho, ése que sacudió a tal punto a Hong Kong que obligó a entablar un debate televisado, cara a cara, con su jefe de gobierno, Yeung Chun Ying, comienza apenas, como líder, a escribir un pergamino en una nueva etapa de la historia del país más habitado del mundo.
Escolarismo
Fue en mayo de 2008 cuando el joven, de tan sólo quince años, inició por iniciativa propia, persuadiendo poco a poco a sus compañeros, un movimiento llamado Escolarismo, como una contra-ofensiva a la pretendida imposición del Gobierno de China de una "asignatura obligatoria" de Educación Moral y Nacional, en donde se inculcaría y trataría de inocular al alumnado del nivel secundario y universitario, sin derecho al rechazo, los ideales históricos del comunismo, del Partido Comunista de China para ser más precisos y, por el otro lado, satanizar el ideal de la democracia y de la República, poniendo sus focos rojos en las coordenadas de los gobiernos occidentales.
A partir de ahí, Joshua Wong salió de su caparazón de "niño iluso y soñador" para poner en marcha en las secundarias y universidades una lucha contra este amago de iniciativa por parte del gobierno.
Como toda lucha ambiciosa, no resultó fácil. El Partido Comunista Chino contaba, hasta el 2007, con poco más de 70 millones de adeptos. Sin embargo, después de una férrea y apasionada lucha juvenil librada en las calles, con la energía y luminiscencia de una semilla fresca que apenas crece y da color, el Gobierno Chino tuvo finalmente que ceder y dar marcha atrás a la propuesta de la mencionada asignatura.
Seguramente, la sombra de Mao Zedong aún ronda las colinas y montañas de ese enigmático país: China. Si fue difícil deshacerse del cuerpo, la memoria lo ha inmortalizado y toda dictadura sangrienta deja una secuela difícil de romper. Pero ahora corren tiempos nuevos y no han sido los obreros ni los mineros ni los sindicatos los que han sorprendido, sino miles de estudiantes, algunos ni siquiera embarnecidos, pero notoriamente preparados, para materializar sus ideales.
Una lucha por el sufragio universal
Yendo más lejos y ya sin soledad, Wong no se ha quedado callado. Tal parece que surgió un joven en contra de la amargura de lo añejo: un partido fundado hace prácticamente un siglo: 1921, pese a la introducción progresiva, habiendo ya conquistado el poder, de medidas económicas estratégicas, ante las vueltas de tuerca de los cambios históricos y la obligada cooperación diplomática entre los países más afines a sus intereses. Pero el fantasma vivo sigue ahí.
En septiembre de 2014, el Gobierno Chino aprobó una nueva reforma electoral, según la cual los votantes, en las elecciones de 2017, sólo tendrán como opción elegir a uno de tres candidatos "patriotas" propuestos por dedazo por el Partido Comunista de China.
El movimiento encabezado por Joshua Wong no esperó en reaccionar y a escasos días de darse a conocer la reforma, emitió un comunicado y exhortación para que, en el año 2017, se pueda elegir al nuevo presidente ejecutivo por la vía del sufragio universal y no con la apolillada manera autocrática de un gobierno autoritario y hegemónico, haciendo a un lado el derecho a decidir de los ciudadanos. A su vez, esto es un llamado a la reflexión y a la conciencia ciudadana para hacer valer el más elemental ingrediente de la democracia: la participación de todos.
Wong ha sido varias veces arrestado por cargos como la obstrucción de la vía pública en sus múltiples campamentos. En diciembre de 2014 puso fin a una huelga de hambre, tras la recomendación de los médicos.
Este año 2015 fue deportado de Malasia a su país de origen, por pretender extender su mensaje en esas tierras.
Por lo pronto, el movimiento "prodemocracia" chino, tiene la mira muy puesta en las elecciones de 2017, pese a que el Parlamento Chino haya cerrado filas.
El tiempo y sólo el tiempo irá dictando, poco a poco, renglón tras renglón, los procesos evolutivos de la llamada "Revolución de los paraguas".