La trama
El titiritero mayor ha extendido su teatro guiñol a otros partidos. Muchas de las marionetas no saben que son simples juguetes controlados por una mano que, a su antojo, maneja los hilos. En esta obra, Anaya es el fantoche de CSG; ya lo compró y lo controla. Al resultar derrotado en poner como candidato del Revolucionario Institucional al exsecretario de educación, Aurelio Nuño, o al anterior director de la CFE, Enrique Ochoa, ahora el comediante empuja la actuación de Ricardo Anaya.
Salinas de Gortari —con el fin de debilitar la candidatura de Meade— está poniendo a disposición de RA un escudo: todo un repertorio de muñecos. Saca y guarda las figurillas de su baúl, según van sirviendo a sus propósitos. Anaya, en su rol estelar, le garantiza a Salinas de Gortari retomar el poder, influencia y protección, mientras —de paso— transita su venganza contra la administración peñista y su candidatura presidencial.
Las escenas y la escenografía
Esta trama está muy bien orquestada. Y es que el titiritero es experimentado y, no tiene mucho más que hacer con su tiempo libre.
Anaya, candidato de CSG, es un granuja y se agandalla de todo dentro y a costa del PAN. Ahí está el éxodo panista: Margarita Zavala, Javier Lozano, Gil Zuarth y, ahora, con sus asegunes, Javier Corral, por nombrar algunos.
No hay que olvidar a Fernández de Cevallos, marioneta humeante, quien ha saltado a la palestra con la tarea de defender al candidato. Es de notar su cercanía y amistad con quien le dirige: CSG. Éste, junto con la participación de Ulises Beltrán, Santiago Creel, y Jorge Buendía, entre otros actores, apoyan al candidato antisistema. Su rol ha sido levantar a Anaya.
Luego de una escena mediada por el panista Diego Fernández de Ceballos, donde la marioneta del Norte sirvió a los fines de CSG para golpear la candidatura de Meade y al gobierno federal en una caravana de propaganda, Corral pasó a ser desechable. Acto seguido, éste sin romper con el PAN, impugna el proceso de designación de las candidaturas legislativas de dicho instituto político.
Sabe bien que CSG —por vía del control que tiene sobre Anaya— se ha hecho de la administración del PAN. Se ha dado cuenta que lo usaron y, antes de seguir en el juego, ha decidido al menos algo abollar las aspiraciones del niño maravilla. ¿Oportunismo del chihuahuense? En realidad, se trata de un papel de oportunismo desempeñado tanto por RA como por Corral, pero siempre dentro de los cálculos y guion teatral conducido por el innombrable. Sí, triste, el PAN (y de paso Por México al Frente) pasaron a ser propiedad política del Pelón.
Por su parte, Enrique Ochoa, una de las marionetas infiltradas de Salinas, ya sirvió su propósito: “tirar” contra AMLO, pero, más importante, sabotear y dinamitar a Meade. Ochoa, luego de llevar a cabo las pifias, la mayoría concertadas, pasa a ser un polichinela sustituible. No en balde la burda y conveniente maniobra de propiciar ahora una acusación en su contra por ser el supuesto propietario de una casa no declarada con un valor de 15 mdp.
¿Elba Esther Gordillo? El pacto de la disidencia magisterial con AMLO, propiciada por Salinas, no es sino otro obús de este personaje contra JAMK, solo que por la vía de Morena.
• Hay otros títeres, que juegan papeles secundarios, como son: Miguel Ángel Yunes Linares, gobernador de Veracruz, quien desarrolló un acto pactado con Anaya: declinar por él, a cambio de que su hijo, Miguel Ángel Yunes Márquez, fuese su sucesor en la gubernatura de la entidad.
• Dante Salgado, encargado de contestar las preguntas incómodas vertidas por la prensa, es tal vez, quien más de una vez ha desenmascarado a Ricardo al callarlo delante de quien sea, para responder por él. No, no es un acto de soberbia, solamente señala cómo la marioneta candidata, a veces, debe guardar silencio.
• Alejandra Barrales. ¿Qué decir de quien era la presidenta del PRD? Ayudó en la creación de la coalición, pidiendo a cambio la candidatura de la Ciudad de México. No ganará la contienda, pero sí aportará los votos de la capital del país a la candidatura de RA.
• Dos medios de comunicación nacionales. El primero interesado en poner y apoyar candidatos como lo fue el Bronco en Nuevo León. El segundo contratando a una casa encuestadora que trabaja para el PAN. Claro conflicto de interés no manifiesto de la encuesta de Buendía publicada en El Universal (la cual le otorgó a Anaya 26 puntos de intención de voto, solo seis puntos porcentuales debajo de Andrés Manuel).
Castillo Peraza, panista de cepa, forjó la frase de “ganar el poder sin perder el partido”. En la situación que atraviesa el PAN, no tienen el poder y también perdieron el partido.
El desenlace
Nosotros, espectadores, tan campantes como niños, disfrutamos de la puesta en escena. ¡Vaya!, hasta aplaudimos animados en entreactos, sin darnos cuenta de que todo es un montaje.
El teatro guiñol desplegado por el gran titiritero nos tiene esperando su siguiente truco. Ya vimos a Elba Esther y a el Partido Encuentro Social con AMLO; la unión del PRD con el PAN. ¿Cuál es la próxima puesta en escena? Algo más descabellado que lo anterior.
El problema es que la obra y la función tendrán que terminar. En ese momento, el público se dará cuenta de la estafa y los títeres regresaran a su caja. El orquestador —si siguen las cosas así— ya volverá a reírse de cómo continúa manejando el teatro nacional.