Durante un encuentro en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Jesusa Rodríguez, senadora por Morena, acaba de declarar que ella siempre ha estado en contra del “arte subsidiado”, por eso nunca estuvo de acuerdo con las becas que se otorgan a los artistas desde la fundación del Fonca; también reprueba a los que han sido becarios por aceptar esa condición.

Considera que estas becas deben desaparecer, tanto por su concepción “estética”: no al arte subsidiado, como por el hecho de que con el inicio del cambio de régimen, no sólo los artistas, también los académicos, científicos, empresarios y políticos tienen que “aguantar y bajarle a sus privilegios”, “aguantar sin privilegios” (información en El Universal; 10-06-19).

De acuerdo a esta declaración, habría que entender que la senadora ya ha renunciado a su sueldo en el senado, que ha de rondar mínimo los cien mil pesos mensuales durante seis años (más múltiples prestaciones; incluido el aguinaldo), para dirigirlo a mejores causas que a la de pagarle a muchos privilegiados como ella (podría vivir con un 10% del mismo). Con esto no podría más que estar de acuerdo, así como con cortar viajes y compensaciones a académicos y científicos con plazas de alto nivel establecidas en las diversas instituciones; también con que se quite a los empresarios el privilegio de no pagar impuestos o no dar seguridad social a sus empleados. Con todo esto, de acuerdo.

También estaría de acuerdo con eliminar “apoyos” a artistas e intelectuales que se demuestre reciban subvenciones inusuales y permanentes de parte del Estado para sus proyectos personales.

¡Pero eliminar becas, en realidad apoyos mínimos, de apenas 10 mil pesos al mes en promedio durante un año a algunos artistas rotatorios, podría ser temerario!; por no decir mezquino y estulto y por razones varias. La propuesta de la senadora por Morena es que estos potenciales becarios “dejen de vivir del presupuesto público y se vayan a la iniciativa privada”.

De entrada, los que han sido, son o pudieran ser becarios no viven del erario. Los senadores de la república, los burócratas, sí; por dar un ejemplo. Para continuar, ¡la puta iniciativa privada en el terreno del arte y la cultura en México prácticamente no existe! (puta, con autorización de la RAE).

Si lo que Jesusa quiere es eliminar toda posibilidad creativa apoyada desde el Estado, que la condición única del “artista independiente” sea la calle, andar mendigando alguna presentación en las delegaciones o municipios a cambio de tres pesos o actuando en espacios públicos a cambio de monedas tiradas al sombrero o al estuche del violín como sinónimo de iniciativa privada, o que el modelo del artista a seguir sea el que vive en el hambre pero al final, después de muerto, su obra resulta genial, pues suena muy bien lo que argumenta; argumento favorable también a que el arte como expresión sólo esté permitido a quienes pueden pagar por ello. 

Lo cierto es que si en el México posrevolucionario el arte y la cultura dieron buenos frutos se debió, además del talento artístico, a la subvención del Estado que también existe en muchos países desarrollados como Alemania o en Escandinavia. La propuesta de Jesusa, que se dice izquierdista, pertenecería mucho más al mundo del entretenimiento para el cual existe mucha iniciativa privada en Estados Unidos, que sería el modelo a seguir en ese sentido.

Por otra parte, el nuevo gobierno ha planteado al arte y la cultura como claves para contribuir, junto con los programas sociales y la educación (transversalidad le han llamado), al rescate del país de las garras de la violencia y la inseguridad. ¿En qué quedamos pues? ¡Se necesita más inversión en arte y cultura, no menos!

Ahora bien, ¿qué perfil tienen los que solicitan las becas al Fonca por diez mil pesos al mes por un año? En general no se trata de privilegiados, de ser así, no andarían padeciendo la burocracia por tal miseria. Me parece que se trata del perfil de los llamados “artistas independientes”. Sí, muchos de esos que durante años, decenios, han apoyado de manera gratuita la lucha por la democracia en el país. En 1988, en 1997, en 2000, en 2004, en 2006, en 2012, en 2018. ¡Y que no han cobrado un puto peso, todo lo han hecho por convicción! 

¿Y a quién han apoyado estos artistas independientes? Pues precisamente al que hoy es producto de esos años de lucha, al nuevo gobierno del partido Morena encabezado por el presidente López Obrador y del cual Ramírez es senadora. ¿Y quién ha sido beneficiario de ese cambio? Pues aparte de quienes reciban los programas sociales (millones de adultos mayores, discapacitados, estudiantes, etcétera), los que ahora conforman la nueva burocracia. Personas como Laura María de Jesús Rodríguez Ramírez, es decir Jesusa o Chucha, como le llaman, que como senadora es una gran privilegiada del país del maíz.

¿Y cómo llegó a esa condición la senadora? No por su talento artístico, sino por ser, sobre todo, locutora de los eventos de López Obrador, particularmente en 2006. Locutora o animadora, para quienes prefieran, de los actos que concluían con el discurso del líder a su público pero que estaban precedidos por la actuación de decenas, cientos de estos artistas independientes ya sea de manera individual o colectiva (cientos si consideramos el plantón de Zócalo-Juárez-Reforma-Fuente de Petróleos y los tantos años de lucha comprendidos).

¿De qué ha vivido Laura María de Jesús Rodríguez Ramírez antes de ser privilegiada? Aparte de los ingresos provenientes de los antros que ha regenteado y en los que ha actuado, también de becas (Guggenheim, Rockefeller, entre otras) y nada menos que del arte subvencionado por el Estado por instituciones como la UNAM o el INBA (lo que está criticando), donde se le ha visto varias veces como directora teatral. Así que ahora mismo la lengua vegana de la senadora tiene que estar sangrando.

Antes que eliminar las becas, habría que limpiar al Fonca de corrupción, de detectar y erradicar irregularidades, de transparentar los procesos de concurso y otorgamiento de becas, de diversificación de los becarios, de igualdad de oportunidades, de establecer programas entre el becario y la comunidad, etcétera. También sería fundamental crear desde la Secretaría de Cultura un sistema tarifario de contratación y multiplicación de artistas en el país, como se hace en los países Bálticos o Escandinavos. 

Un llamado a los políticos beneficiarios de Morena: no caigan en la mezquindad, en la ruindad de querer imponer y sofocar en vez de ponderar (lo que va bien y lo que no). Y como artista-político, menos derecho se tiene a ser miserable. Muchos de estos artistas independientes que la senadora de Morena quiere enviar a una iniciativa privada inexistente en México, que han apoyado las causas de la izquierda en plazas, mítines, marchas, etcétera, han logrado alguna vez acaso una beca raquítica, otros, con fortuna, un par de veces, la mayoría: nunca; porque no son suficientes.

En cambio, la senadora Laura María de Jesús Rodríguez Ramírez gana muy bien ahora y lo hará por seis años como privilegiada de la burocracia parasitaria del país (en 2024 acaso pase a ser diputada plurinominal). No dudo que los artistas independientes la encomien a ser congruente con sus palabras y renuncie de inmediato a su sueldo para ponerlo a disposición de las mejores causas. 

¡Tenía que decirse y se dijo, como el pollito! ¡Y que viva el arte y la cultura!