A escasos 10 meses de la próxima contienda electoral en la que se pondrá en juego el futuro de México y se decida entre la continuidad de un modelo económico, político y social que nos ha sumido en una crisis colectiva de frustración, desesperanza, inseguridad y miedo (aunque se escuche catastrofista), o el inicio de un cambio de régimen que en verdad se preocupe y se ocupe en sacar adelante a nuestro país.
Platicando con personas de diferentes edades, estratos sociales y profesiones coinciden en que la clase política actual ya no los representa por varias razones:
1.- Porque no cumple lo que promete
2.- Porque se ha corrompido
3.- Porque toma los cargos públicos como si fuera un negocio particular
4.- Porque es indolentes ante la gran desigualdad económica
5.- Porque le cuesta muy cara al erario
6.- Porque es inútil
7.- Porque es ineficiente
8.- Porque es demagoga
9.- Porque han desprestigiado la política
10.- Porque engaña, roba y traiciona
Estas son sólo algunas de las razones que se escuchan todos los días por diferentes medios: En la sobremesa, en las filas del banco, en el transporte, en las reuniones familiares, en las reuniones de amigos, en el trabajo, en la escuela, en las conferencias, en el radio, en la televisión…en fin, en muchas partes lo único que escuchamos son quejas y más quejas. Pero existen también varios tipos de sociedades: la que sólo se queja, la que ni se queja y se dice que es apolítica, y la que se organiza y participa con entusiasmo y fervor en los distintos partidos políticos, en organizaciones sociales o de manera independiente, algunas dentro de la derecha, otras en la izquierda y algunas otras que dicen que las geometrías políticas no existen y que no se consideran ni de izquierda, ni de derecha.
De cualquier manera, todos vivimos bajo un mismo cielo y sobre una misma tierra, y ya sean ricos, pobres o clase media, estamos sufriendo los embates de un sistema caduco que no resuelve, y no tiene ni idea de qué hacer para resolver los problemas del país.
Mucho se dice que la gente que emite su voto libremente y no por una dádiva a cambio, ya no le otorgará su confianza al PRI, y quienes tienen buena memoria tampoco se la otorgarán al PAN, partidos identificados con la burguesía, o sea, con la derecha, y por más que el primero se quiera sentir de centro o centro izquierda, las reformas estructurales neoliberales y la entrega de nuestros recursos naturales, han sido todas para beneficiar a la clase pudiente de nuestro país y allende las fronteras.
Pero ¿qué están haciendo los partidos que se dicen de izquierda para cambiar el sistema, el régimen o aunque sea la manera de hacer política? Con el riesgo de recibir muchas críticas: están peleándose, dividiéndose o peor aún…haciendo alianzas con la derecha. Perdiendo así la gran oportunidad de experimentar lo que ya otros países de América latina han hecho, tener gobiernos de izquierda. Me parece por demás irresponsable que quienes llevan la batuta de los partidos políticos, organizaciones o movimientos sociales identificados con una misma ideología, no estén a la altura de la necesidad de un pueblo de cambiar un régimen caduco y contaminado por la terrible corrupción e impunidad que nos tiene en la palestra de los países con mayor corrupción en sus gobiernos.
Lamentablemente cada vez se ve más lejana una reconciliación con madurez política para poder enfrentar juntos el próximo proceso electoral. Lo de la unión hace la fuerza es tan sólo una frase que no es tomada en cuenta, hasta el momento, por ninguna de las fuerzas dizque progresistas. Tal parece que en México apostamos más a la destrucción (descalificando a todo aquel que no se alinea) que a la construcción.
Lo recientemente ocurrido en el Estado de México, donde la izquierda habría arrasado si hubiese ido unida, al parecer no es una alerta para llamar a la unidad y cordura de todas las fuerzas progresistas que coincidan grande y evidente, que sea imposible para cualquier institución al servicio del poder hacer o consentir un fraude. Sin embargo, unos apuestan al sectarismo y otros, a la alianza con un partido diametralmente opuesto como es el caso del Frente Ciudadano por México, una ocurrencia pragmática de las cúpulas partidistas sin ninguna consulta a sus militancias. Pero, si ya no hay vuelta de hoja, se corre el riesgo de dar al traste con la esperanza de millones de mexicanos que se han mantenido, sostenido y luchado por un proyecto alternativo de nación. Y yo les hago esta pregunta a: ¿tantos años de marquesa y no saber mover el abanico? Es y será imperdonable si los resultados no se dan favorablemente, ojalá me equivoque.