Como ya se comentó en la entrega anterior Cocinar para vivir… y morir , la contaminación en el interior de las viviendas rurales o semiurbanas es generada por el combustible usado para cocinar los alimentos. En el caso de México, la leña es el principal combustible de las áreas rurales y semiurbanas, aunque también se usa en menor proporción el carbón vegetal en las zonas urbanas. Se estima que la población usuaria de leña y carbón vegetal asciende a 26 millones y está dispersa en miles de comunidades rurales, pero que en conjunto equivalen a la población de la Zona Metropolitana del Valle de México.
Todas las mañanas la señora Gloria de la comunidad de La Cuchilla, en el municipio de La Perla, Veracruz; igual que otros 5.5 millones de mujeres mexicanas, cocina sus alimentos en un fogón tradicional o abierto. Los fogones tradicionales o abiertos son un arreglo de tres piedras, pedazos de bloques de concreto o piedra cubiertos con barro o en otros casos piezas de metal; estos fogones se colocan a nivel de piso y otros sobre alguna base de adobe, piedra o madera.
Fogón en La Cuchilla, Veracruz
Foto: HELPS International
Esta tecnología rudimentaria es poco eficiente y produce una gran cantidad de contaminantes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llama a esta mezcla “coctel peligroso” de cientos de contaminantes y está formado por monóxido de carbono, partículas respirables, óxidos de nitrógeno, benceno, butadieno, formaldehído, hidrocarburos poliaromáticos y un largo etcétera de productos químicos nocivos para la salud.
Fogón en Zinacantán, Chiapas
Doña Gloria ha cocinado por más de 20 años en su fogón, es decir, ha estado respirando humo durante unos 7 mil días; esta cantidad es apenas la tercera parte de lo que doña Celerina de 77 años ha estado expuesta al humo, ya que cocina desde que tenía 6 años y acumula más de 25 mil días “fumando” leña. La OMS reporta que la concentración de contaminantes en las viviendas rurales es entre 10 y 50 veces superior a los niveles permitidos para ambientes exteriores.
Fogón en Tlamacazapa, Guerrero
Las mujeres y los niños son los más afectados porque permanecen más tiempo en la cocina, entre cuatro y seis horas por día durante todo el año. La prueba más clara de la contaminación cotidiana son los techos y paredes ennegrecidos por el hollín. Si hacemos un esfuerzo, podemos imaginarnos los pulmones de las mujeres y los niños en un estado similar. Los estudios realizados en diferentes lugares del mundo, reportan que el daño ocasionado por la exposición al humo de leña es similar al efecto producido por fumar 40 cigarros al día; esto es, 4 cigarros por hora durante 10 horas. ¿Conoces a alguien que fume a este ritmo?
En la entrega anterior ya se mencionaron las principales enfermedades asociadas a la contaminación ambiental e intramuros. Para México estas enfermedades se ubican en el segundo lugar (enfermedades isquémicas), tercero (accidentes cerebrovasculares), quinto (enfermedad obstructiva crónica) y noveno lugar (infecciones respiratorias agudas); sin embargo no se está actuando contra una causa probada, sobre todo en el medio rural donde la afectación por el humo es mayor que en las zonas urbanas.
Hay tres razones poderosas para que no se atienda un problema grave que afecta a una cuarta parte de la población mexicana:
Hasta aquí el tema de salud y su falta de atención, esperemos que pronto la realidad se imponga.
Otro aspecto importante de esta actividad vital, es el tiempo o dinero invertido en la obtención de esta fuente de energía. La señora Miguelina de 46 años de edad, es madre soltera, vive en La Cuchilla y también ha estado expuesta al humo de leña desde hace 35 años. Ella y su hijo de 10 años recolectan leña dos veces por semana, cada vez les toma una jornada completa; esto significa que al año invierte 104 días en recolectar leña, casi un tercio del año. Las familias que compran la leña pueden gastar entre 40 y 100 pesos por semana, es decir desde 2 mil hasta 5 mil por año, dependiendo de la región. Situación similar viven las 5.5 millones de familias usuarias de leña, ya sea que compren o recolecten la leña.
Si las familias pudieran reducir el tiempo o el dinero dedicado a la adquisición de leña, podrían dedicarlo a actividades productivas y generar ingresos adicionales para mejorar su vida.
En nuestra próxima contribución abordaremos el cocinado de alimentos desde la perspectiva energética, ya que la leña es la segunda fuente de energía más importante en el Sector Residencial de México, sólo detrás del gas licuado de petróleo (GLP) y muy por encima de la electricidad.