Cuando en política existe un vacío en el poder, este espacio se llena siempre con algo. Y ese algo, expresó hoy el presidente de la república, ha sido siempre la permisión de asociaciones delictuosas entre autoridades y delincuencia. Como lo fue, entre otros, el tráfico ilegal de petróleo crudo. El huachicol de esta materia prima patrimonio de la nación. La riqueza robada al pueblo de México sin tregua por este particular contubernio no fue poca cosa. Durante la época neoliberal se sabía, se decía, se comentaba tras bambalinas de estas actividades tan fructíferas para los bolsillos particulares de aquellos sinvergüenzas traficantes de influencias. Las noticias llegaban entonces de Campeche y de toda la cuenca del Golfo. Se mencionaba a los Mouriño, a los Gerard y hasta a los hijos de Martita con sus respectivos expresidentes asociados.
Pero resultó que hoy, con los pelos de la burra ya en mano tras minuciosas investigaciones, con las pruebas fehacientes encontradas, la justicia buscará ser y se perseguirá a los ladrones de petróleo crudo apañados en barcos sobre las aguas costeras de Coatzacoalcos con 60,000 barriles ilícitos a bordo. Toca turno de apañe a huachicoleros del petróleo crudo. Creo andarán temblando Salinas, Zedillo, Fox y Calderón, que con seguridad alguno de ellos estará a punto de ser descubierto por la evidencia recopilada, con la valiosa colaboración en los puertos de las fuerzas de la marina nacional.
Gracias a la ley de transparencia impuesta desde el poder ejecutivo, con la dirección hacia la abolición de la impunidad de estos crímenes que antes no se consideraban actos ni indebidos ni criminales, pues sin duda alguna los perpetradores que simulaban ser “exitosos individuos bien capacitados para hacer jugosos negocios” pero carentes de toda moral o solidaridad humana sin vocación alguna para la tarea contratada de servir al bienestar del pueblo de México, se habrán de convertir en ciudadanos “non gratos” repudiados por la sociedad, en lugar de ser admirados, como lo fueron durante la penosa rampante dictadura mexicana recién derrotada pacíficamente por el contundente voto mayoritario.
Así pues, a partir del fin de las simulaciones en la vida pública nacional, la democracia en México es una inquieta bebé de dos años, una recién nacida en términos históricos reales: abracémosla con delicado cuidado, alimentémosla con paciente certeza, vigilémosla durante sus primeros pasos así nadie nos la podrá mallugar o arrebatar. Y ni hablar, seguramente continuará emanando por diferentes flancos la podredumbre de la vieja infección deliberadamente desatendida que corroyó nuestra sociedad. Pero, qué tranquilidad saber que hoy bajo un liderazgo con autoridad moral se le atacará hasta curarla, hasta erradicarla paulatina pero enérgicamente de nuestro sistema, porque no representa para nada lo que es México, ni lo que somos los mexicanos.