La guerra contra el narcotráfico ha traído consigo una ola de violencia que ha afectado todos los rincones de México. Desde su puesta en marcha en 2006 miles de personas han sido asesinadas, desaparecidas y desplazadas de sus lugares de origen.

En los últimos diez años, lejos de poner fin a la inseguridad, las estrategias que ha implementado el gobierno federal resultaron en un incremento de violaciones a los derechos humanos, dejando claro que la peor forma de atacar a la violencia, es con más violencia.

Los años han pasado pero la situación no mejora, sino que empeora. Todos los días al leer los periódicos, al ver los noticiarios, al platicar con familiares y amigos descubrimos que la violencia no da tregua. Homicidio, secuestro, desaparición forzada, ejecución extrajudicial, extorsión, feminicidio, son solo algunas de las palabras que retumban en nuestros oídos.

Día con día despertamos con la noticia de que alguien ha sido víctima de la violencia y las autoridades, lejos de hacer justicia, se encuentran coludidos con los criminales, aumentando la sensación de que el Estado de derecho es inexistente; solo hay impunidad.

Miles de casos continúan sin respuesta. Miles de familias buscando la verdad, miles de muertos en fosas clandestinas, miles de desaparecidos sin nombre ni rostro, miles de huérfanos, miles de madres llorando mientras imploran que todo se trate de un mal sueño.

Casos como el de Jorge y Javier, estudiantes del Tecnológico de Monterrey quienes en 2010 fueron víctimas de ejecución extrajudicial a manos de militares en la capital neoleonense; esto luego de que supuestamente los confundieran con sicarios. Sus familiares exigen justicia.

Tres años más tarde, en la Ciudad de México, 13 jóvenes fueron sustraídos del Bar Heaven en la Zona Rosa. Luego de tres meses de búsqueda sus cuerpos fueron encontrados en una fosa clandestina en Tlalmanalco, Estado de México. El caso continúa impune.

Al año siguiente, la madrugada del 27 de septiembre de 2014, 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa en el estado de Guerrero fueron desaparecidos luego de un enfrentamiento contra policías en el municipio de Iguala. A cinco años de lo sucedido sus padres continúan buscando una respuesta sobre el destino de sus hijos, ya que las investigaciones realizadas hasta el momento han estado plagadas de irregularidades.

Otro caso que ha conmocionado a la sociedad se suscitó el 5 de septiembre de 2019 en el municipio de Nuevo Laredo, Tamaulipas, cuando integrantes de la policía estatal sustrajeron de su domicilio a cinco hombres y tres mujeres para asesinarlos y hacerlos pasar por miembros del Cartel del Noreste. La investigación por ejecución extrajudicial continúa mientras sus familiares viven con el temor de que haya represalias en su contra.

La inercia de la violencia se expresó en Culiacán el pasado 17 de octubre, tras la detención y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” y los lamentabilísimos sucesos en contra de la familia LeBarón en los límites de Sonora y Chihuahua el pasado 4 de noviembre.

Hacer mención de todos y cada uno de los casos de violencia es prácticamente imposible, se cuentan por miles y la gran mayoría quedan sin conocerse.

Es por eso que desde Estado de Paz proponemos instaurar un nuevo paradigma basado en la búsqueda de la verdad, la obtención de justicia, la reparación de los daños y la garantía de que el conflicto no se volverá a repetir. Un modelo de justicia transicional que busca atender de manera integral y pacífica a las causas estructurales que favorecen el incremento de la violencia y la inseguridad.

Hay quienes no están de acuerdo en implementar un esquema como el que proponemos y prefieren el combate de la violencia a través de más violencia, negando a toda costa que eso es lo que ha llevado a nuestro país a la situación extrema en la que hoy se encuentra. Los ataques que, incluso a nivel personal, podamos recibir por buscar un México seguro y en paz no van a detener nuestro anhelo.

Basta ya de enfrentar a la violencia con más violencia. Basta ya de vivir con miedo.

Todos queremos la pacificación, sanación y reconciliación nacional. México tiene un futuro de paz con la justicia transicional.