Debido a que legalmente Andrés Manuel López Obrador aún no inicia su mandato, he tratado de ser cuidadoso en las críticas hacia lo que será su administración. Y es que jugarle a adivinar si será un buen o mal presidente, me parece una pérdida de tiempo.
Sin embargo, en cuestiones tangibles como la consulta convocada por el presidente electo sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), considero que hay muchos elementos que exponen las incongruencias, así como una gran desinformación que giran alrededor de lo que considero es una gran simulación.
He aquí algunos puntos por demás cuestionables sobre la consulta:
1- Recordemos que en el inicio de su más reciente campaña presidencial (la oficial porque en realidad lleva 18 años en cruzada política), López Obrador prometió parar la construcción del NAICM en Texcoco. Posteriormente, dijo que lo analizaría con expertos y al final planteó la idea de que sería “El pueblo” quien decidiera sobre continuar, o no, con la obra. Ese fue el principio del enredo.
2- Cuando sufragamos para elegir un presidente, lo hacemos en el entendido de que, este, tomará decisiones basadas en el bien común. Lo que esperamos los votantes es que, el político ganador, se comporte como estadista; que asuma su responsabilidad con seriedad y que no endose sus compromisos a otros. Para hacer partícipe a la sociedad en las medidas que toma el gobierno, no son necesarios los plebiscitos, la apertura se da a través de la transparencia, de la rendición de cuentas y con la instauración de mecanismos de fiscalización ciudadana dentro de cada dependencia. Lo que se hubiera esperado es que, con la misma terquedad con la que AMLO ha asegurado que construirá “El tren Maya”, hubiera cancelado o continuado con la construcción del aeropuerto.
3- Es claro que el grueso de la población no cuenta con la información suficiente para elegir la zona en donde se debe posicionar el NAICM. Esto se debe, principalmente, a que es una trama llena de tecnicismos y ambigüedades. Aludir que “el pueblo es sabio”, y que por ello es capaz de discernir sobre cualquier tema, suena más a demagogia que a realidad. Los ciudadanos no tenemos por qué conocer de todo, en este caso es a los expertos en ingeniería civil y aeronáutica a los que se tendría que consultar.
4- Las razones que se han expuesto para no construir el aeropuerto en Texcoco son tan variadas que todo ha sido una gran mezcla de dimes y diretes, por ejemplo:
a) Que la asignación de la obra vía licitaciones fue un cagadero.
b) Que la flora y la fauna de esa zona corre peligro.
c) Que el gasto por parte del gobierno es enorme.
d) Que a América e Ignacio Del Valle (líderes de los macheteros de Atenco) no se les da la chingada gana que los aviones aterricen en lo que consideran es su tierra.
Pero habría una opción más, la cual parecería nada descabellada, me refiero a la soberbia de AMLO. El hecho de que el presidente electo tenga que inaugurar una obra de tal envergadura teniendo que compartir la paternidad con su antecesor, representaría la aceptación de que no todo lo hecho con anterioridad fue malo y empañaría el legado que el tabasqueño pretende dejar en su paso por la presidencia.
5- Por último, es evidente que la consulta está inclinada hacia un solo lado, y es que tanto Andrés Manuel como algunos de sus cercanos se han pronunciado por desechar Texcoco; además, el apoyo casi ciego de miles de ciudadanos con el que cuenta el mandamás de MORENA, será el fiel de la balanza; y a eso sumemos la organización de la propia votación, en la que los responsables de vigilar el buen desarrollo de la misma actuarán como juez y parte, pues son los que ya decidieron por la opción de su líder.
Para terminar, a manera de aclaración y solo para aquellas hordas morenistas que se lanzan con descalificaciones a priori con adjetivos tan ridículos como: “Fifí”, quiero decir que no estoy a favor de ninguna opción de aeropuerto. No porque no se requiera, sino porque simplemente no me corresponde decidir sobre algo de lo cual no tengo la información suficiente ni los conocimientos necesarios. Aunado a lo anterior, debo confesar que nunca me ha gustado participar en simulaciones o farsas.