Hago tiempo en la cafetería y librería El Pêndulo de la colonia Polanco en la Ciudad de México. Llega una persona y le dice al mesero con absoluta educación: "Antes de que llegue mi acompañante, por favor señor LE ROBO una coca cola de dieta, con poco hielo".

Ese hombre usó la expresión "le robo" como sinónimo de "le pido", que en este caso significa "le compro", porque la gente acude a los establecimientos comerciales a comprar.

No es la primera vez que escuchó el "le robo" o, más informalmente, "te robo" como sinónimos de "le compro" o "te compro".

¿Será que los mexicanos, cuando compramos, lo que queremos en el fondo es abusar (el robo sin duda es un abuso penado por la ley)?

Desde luego, como se trata de actividades irremediablemente relacionadas, si vemos como un robo la compra, exactamente de la misma manera vemos la venta.

Lo logremos o no, es un hecho que como consumidores los mexicanos normalmente buscamos abusar del vendedor. Las grandes corporaciones son especialistas en joder a sus proveedores, sobre todo a los más pequeños.

Y, como vendedores, nos encanta abusar. Si tenemos el poder para engañar al cliente o para cargarle precios excesivos, lo hacemos con enorme alegría.

He ahí una de las razones de que nuestro capitalismo nomás no funcione.

Voy a ver un momento, más tarde, a un defensor del capitalismo abusivo, mi amigo Carlos Mota, que pese a todo es el mejor columnista de negocios de México.

Le pediré que me explique por qué chingada madre un empresario de los que él tanto admira habla de "robar" como sinónimo de "comprar" y "vender" —el tipo educado que con amabilidad pidió "robar" una Coca Cola en El Pêndulo es un hombre de negocios trabajador y conocido, de los que Mota elogia a diario en El Heraldo y TV Azteca; un comerciante próspero al que, por elemental respeto, no voy a identificar.