Afirman los defensores de oficio en México del escritor español Arturo Pérez-Reverte, que pese a sus exabruptos malsonantes de los últimos días, incluyendo sus alabanzas a la caterva de piratas y maleantes liderados por Hernán Cortés; sus declaraciones ante el diario ABC de que los españoles “por razones geopolíticas” (sic) son “una raza superior” (sic), pero “los obligan a ser mediocres” y sus insultos al presidente de una nación de 125 millones de personas, Andrés Manuel López Obrador, por el atrevimiento de “osarse” a solicitar una disculpa simbólica por parte de la corona española a los pueblos indígenas, el autor de “El Capitán Alatriste” es un “gran escritor”. Pues bueno. Nada más alejado de la realidad.
Además de columnista, me considero un experto lector. Tengo leyendo toda clase de libros desde los 4 años en que mi precocidad me llevó a aprender a leer y al vicio de la lectura. Y que me disculpen los ibéricos y su grupo de quislingos mentalmente colonizados de nuestro país, pero Pérez-Reverte y sus novelitas de piratas y narcotraficantes escritas con ese tufillo reaccionario que lo distingue, no están a la altura de lo mejor que han dado las letras en nuestro idioma en las últimas 5 o 6 décadas.
Por encima de Pérez-Reverte están gigantes de la literatura mundial como Gabriel García Márquez (colombiano radicado en México durante décadas), Juan Rulfo (mexicano), Julio Cortázar (argentino), Jorge Luis Borges (argentino), Carlos Fuentes (mexicano) y más recientemente Roberto Bolaño (chileno radicado en México y en Cataluña). Por cierto, todos ellos latinoamericanos, sus letras, de una calidad que se encuentra a años luz de distancia del supremacista blanco español, aunque le duela.
En fin. Además de ser un mediocre escritor y un retrógrada monarquista que se enorgullece de pertenecer a la "Real Academia de la Literatura Española", Pérez-Reverte es un plagiario (tuvo que pagar por robar la trama de uno de sus textos), un machista y un neofascista que con sus posiciones extremas podría convertirse mañana en candidato del partido neofascista y neofranquista Vox sin ningún problema.
Decirle "imbécil" al presidente de México, minimizar una disculpa simbólica de su adorada familia real española para los pueblos indígenas de nuestro país y alabar las supuestas gestas heroicas de Hernán Cortés y su pandilla de violadores, ladrones y asesinos no es casualidad, ni una simple excentricidad de Pérez Reverte. Eso se llama supremacismo blanco.
Yo no llamaré a “censurar” al escritorzuelo Pérez-Reverte, de ninguna manera. Pero, tras sus declaraciones ofensivas contra nuestro mandatario, y como ocurriría en cualquier país con dignidad, sus mamotretos de literatura comercial deberían relegados al fondo de toda librería y nuestros lectores deberían evitar seguir desperdiciando su dinero comprando sus libros. Así de fácil, así de simple.