El político escritor chihuahuense, Martin Luis Guzmán, escribió una novela histórica política que salió a la luz pública en 1929´´. En La Sombra del Caudillo, describe la sumisión de la mayoría de la clase política emergente de esa época, a las decisiones de un sólo hombre: El Caudillo.
En la diégesis de Guzmán, se contempla la paulatina formación de un sistema que funciona a través del miedo que infringe el Caudillo a quienes no obedecen y de la premiación a quienes se ciñen a las órdenes del superior inmediato. En este tipo de personajes bien se configura la teoría científica heliocéntrica de Nicolás Copérnico en su máximo esplendor.
Finalmente, la trama de la novela gira en torno a la resistencia de un grupo de revolucionarios hacia la decisión del Caudillo, quien con solo deslizar su preferencia hacia uno de los miembros de su gabinete para que lo suceda en el cargo, va dejando en la incómoda minoría a otro de los grupos.
Los usos y costumbres de la época, motivaron uno de los peores pasajes de la historia del primer tercio del siglo pasado: la matanza de Huitzilac, en el estado de Morelos, donde todo indica que los 2 funcionarios públicos de mayor rango de esa época, cometieron tal atrocidad contra el grupo minoritario.
A partir de esa masacre, se fundó el formato conductual del partido de la revolución institucionalizada, tal y como lo describió el investigador y analista político, Luis Javier Garrido.
Parece un axioma considerar que las formas de obediencia al jefe de las instituciones, en poco a evolucionado de esa época a la actual.
Varias décadas antes, la preocupación por el avasallamiento de las mayorías se había constituido en un tema central en la incipiente nación de Norteamérica, misma preocupación que James Madison, quien fuera el 4to. Presidente de la Unión Americana, externó de manera explicita en su ensayo El Federalista:
“Con demasiada frecuencia, las medidas se deciden no según las reglas de justicia y los derechos de las minorías, sino por la fuerza superior de una mayoría interesada y altanera”.
Como dato, Thomas Jefferson, quien antecedió a Madison como 3er. Presidente de esa nación, también se pronunció sobre la tiranía de la mayoría. Le preocupaba, al grado de provocarle miedo, que el 51% del pueblo, controlara al otro 49% de forma indebida.
Don Jesús Reyes Heroles pronuncio la clásica frase: “en política, la forma es fondo y la apariencia, realidad”.
La frase Reyesheroliana cobra vigencia ahora que observamos la dureza en las expresiones de algunos integrantes de la cúpula del partido ganador.
¿Acaso olvidan ese viejo adagio que dice: “en el pedir, está el dar”?
Bien leemos, escuchamos y sabemos que el partido que ganó a cabalidad la elección presidencial pasada, ahora pone en marcha lo que antes criticaba y se adjudica el derecho de bajar salarios, prerrogativas a los partidos políticos, corregir organigramas, anunciar que trasladaran familias completas de la burocracia fuera de sus residencias, sin considerar que aún no son gobierno formal.
Es grave si se actúa de esa manera en los próximo 6 años, porque la intención de suprimir o no tomar en cuenta a las minorías sería desastroso.
La preocupación por los excesos de las mayorías son palpables a lo largo de la historia.
En la obra “La democracia en América”, el joven Alexis de Tocqueville, escribió que esta condición se constituía en un peligro para la nación que recién se gestaba. También señaló que en las democracias se imponía: “la tiranía de las mayorías”.
Quizás influenciado por los Padres Fundadores de esa nación que acabo de mencionar, Tocqueville temía que: “la supresión de lo individual podría ser avasallado por un sentimiento colectivo animado por la plebe -y sostenido por la plebe- mediante un lavado cerebral colectivo generado desde el gobierno”.
Conste, son enunciados del joven Tocqueville.
Con los que no necesariamente se debe…o puede estar de acuerdo.