La grilla en el futbol es durísima, pero pocas veces se tiene la oportunidad de otear en el teje y maneje de los grandes empresarios que manejan el deporte nacional. Esta semana se abrió una ventana.
La Federación Mexicana de Futbol y las dos grandes televisoras de este país: TV Azteca y Televisa, firmaron un nuevo contrato por ocho años para que los partidos de la selección mexicana se transmitan en cadena nacional por los canales de esas dos empresas.
Los enterados han puesto el grito en el cielo porque, desde su perspectiva, se perdió la oportunidad de que la Federación aceptara mejores ofertas, ganara más dinero y que Carlos Slim entrara, por primera vez, a la jugada. Aparentemente, Slim ofreció más dinero por los derechos de transmisión y fue rechazado por los empresarios del futbol.
No hay que olvidar que la Federación Mexicana es una empresa privada, formada por 16 dueños de 18 equipos de primera división. Esta empresa, a través de su asamblea de dueños, decide a quién vende patrocinios y a quién vende los derechos para transmitir los partidos. De los patrocinios ganan muchísimo dinero y necesitan que los partidos se vean.
TV Azteca y Televisa forman parte de la Federación, pues son dueños de equipos de fútbol. No sólo eso: la empresa más odiada y más querida y más rechazada y más vista por los mexicanos -es decir Televisa-, prácticamente fundó la Federación. Es posible afirmar que es de casa, pero eso no significa que tenga automáticamente los derechos exclusivos: los compra en alianza con TV Azteca a los otros dueños (uno más rico que el otro, varios con fortunas más grandes que Azcárraga). El contrato anterior, por ocho años, es de 2010, y venía incluso con una cláusula de renovación para el 18, pero se revisó, se modificó y se firmó uno nuevo.
En el camino, sin embargo, hubo una grilla durísima que no he visto en la política. Hasta una comisión se formó. La asamblea de dueños casi se revienta, hubo bajas en un comité para la comercialización con cuatro miembros (Santos, Pumas, Monterrey y Chivas); como en toda grilla que se respete hubo filtradores de información y hasta alianzas tácticas con disfraz de pelea. Las partes principales fueron las siguientes: Jesús Martínez (ex socio de Slim con el Pachuca y el León), González Ornelas (el del Monterrey), los otros dueños en bloque, y por supuesto, Carlos Slim a través de su yerno Arturo Elías Ayub. Las empresas involucradas son: UnoTV, TV Azteca, NBC y Televisa.
Martínez y González Ornelas jugaron para abrir la cancha a UnoTV y a NBC, o por lo menos en contra de las negociaciones con TV Azteca y Televisa. Pero no, a los miembros del club de ricos no les brillaron los ojos con la oferta de Slim. La oferta llegó tarde y aunque de entrada pareciera más lucrativa no fue suficiente. Slim ofreció 260 millones de dólares y trascendió que la dupla Televisa- Azteca ofreció 200.
De entrada, parece absurdo que no hayan optado por Slim, pero las negociaciones implicaron más que el monto fijo inicial. Slim ofreció 260 por la exclusividad para UnoTV en todo el mundo menos en Estados Unidos, donde los tendría NBC. Pero no ofrecer señal abierta pega en los patrocinios. Azteca y Televisa sí ofrecen sus canales abiertos, además de sus alianzas en el mundo, como Univisión.
Slim no ofrece producción, los otros sí. Slim no ofrece publicidad gratuita para la selección, los otros sí. Slim no ofrece premios por desempeño de la selección, los otros, 26 millones de dólares. Azcárraga-Salinas ofrecieron utilidades adicionales de la venta en medios digitales, Slim no. Azteca y Televisa dan a Femexfut opción preferente para que sus patrocinadores se anuncien, Slim no. Y por último, la Femexfut tenía una deuda que el contrato con TV Azteca y Televisa la borra.
Los enterados hicieron sumas y restas. Según ellos, las ofertas terminan, a ojo de buen cubero, en 199 por parte de Slim y 273 por parte de las dos grandes cadenas televisivas. Y ahí está el quid.
En la historia hay traidores, empresarios ofendidos y periodistas que señalan a TV Azteca y a Televisa como las malas de la película. La verdad es que es un asunto de negocios en el que Slim salió perdiendo y los aficionados ganando. Dudo mucho que prefieran ver a Rafael Márquez pagándole a NBC o en la señal –aún limitada- de Slim.