Es importante hablar ahora de la transición entre el poder que se ejerce, y está próximo a irse, y el que muy pronto se instalará en Palacio Nacional. Y sin duda lo es porque los resultados de la elección cerraron el ciclo fundamental de la voluntad y la esperanza ciudadana y, al mismo tiempo, despresurizaron a un país que ha acumulado en el último cuarto  de siglo una enorme frustración, y más recientemente un enojo extremo que pudo haber terminado en revuelta social.

Después de la elección del primero de julio El Tigre se  serenó; ganó la batalla central pero eso no significa que sus esperanzas hayan llegado hasta aquí. Al menos el felino está sintiendo, en el aún régimen de Peña, un pequeño aire de estabilidad, con una moneda más equilibrada de frente al dólar y un precio de la gasolina muy caro pero relativamente detenido. Eso parece.

El Tigre sabe, en su sosiego coyuntural, que con su voto mayoritario favoreció a López Obrador  y, en consecuencia, derrotó de forma contundente al PRI-PAN, partidos que junto a otros de menor cuantía como el

PRD-PVEM y PANAL han representado un modelo económico de privilegios, corrupción, violencia y una creciente pobreza extrema. 

Incluso, con este triunfo en la bolsa, hasta puede El Tigre agarrarse unos días  de esparcimiento, tal y como ya lo hace el presidente electo que, gracias a su apoyo, no se fue a “La Chingada”, sino a disfrutar de unas breves vacaciones y luego seguir estructurando lo que será el nuevo modelo de país.

Contrario a lo que algunos decían al calor de la campaña, en el sentido  de  que el triunfo de AMLO provocaría inestabilidad en los mercados financieros, hasta ahora se puede percibir una relativa calma en el país, con excepción de los hechos violentos  que un día sí y otro también se registran en no pocas regiones. Es más, hasta el Presidente Peña Nieto goza de una benevolente tregua en las redes sociales y hay hasta quienes le reconocen su cuota democrática en el proceso electoral, empezando por algunos que lo acusaban de tener metidas las manos, los brazos y hasta el cuerpo en apoyo al candidato del PRI.

Por supuesto, hasta ahora El Tigre se ha mostrado  prudente con los ganadores del proceso electoral, porque sabe que, en primer lugar, todavía no se sientan a despachar y porque las cosas no pueden cambiar de la noche a la mañana. Sin embargo, los anuncios, las medidas, las agendas y las propuestas de los últimos días de parte de AMLO y su equipo, mantienen vivas la esperanza del felino porque en gran medida tienen que ver con los compromisos de campaña y, justamente por eso, con su convencimiento de haber votado por una alternativa que le haga justicia.

Claro, los adversarios de El Tigre, aquellos que lo ningunearon; aquellos que en su soberbia, (siempre animada en cálculos trazados en un simulador) pensaban que su enojo respondía a un estado de ánimo pasajero y que por eso no iba a dar en su contra el zarpazo electoral, ahora buscan cualquier resquicio, de suyo tonto, para recriminarle: Ya ves, te lo dije Tigre, lo advertimos que AMLO no te iba a cumplir, cuando el tabasqueño ni siquiera ha recibido su constancia de mayoría.

Un ejemplo de lo anterior  son algunas voces y plumas radicalmente anti-AMLO, cuya imparcialidad histérica aún no asimila que la voluntad de la mayoría de los mexicanos se impuso sobre los intereses que representan.

En esta transición  destaca  la postura madura de líderes opositores a AMLO, que han cerrado filas para que la entrega-recepción del poder se dé en las mejores condiciones para el bien del país.

Sin embargo, y como

ejemplo muy concreto, ha habido otros que se siguen resistiendo al cambio determinado por la mayoría, como esos “dirigentes” del PRD denominados “Los Chuchos”, que ahora salen con la desfachatez de que se van a convertir en una “izquierda” vigilante y opositora para que no gobierne el autoritarismo. De paso salen con la jalada de que todos los que se fueron a las filas de MORENA son unos “traidores” y dan a entender que por eso perdieron. La neta, se pasan de cínicos.

Resulta ocioso recordar que los liderazgos más importantes del PRD, desde antes de la fundación de MORENA como partido, empezaron a migrar a ese movimiento en apoyo de AMLO. Y que lo hicieron por la única y central razón de que quienes tenían el control de esa entelequia llamada PRD se entregaron sin reserva al régimen de Peña Nieto.

Si alguien representa  la figura extrema de la traición de los ideales de la izquierda en este país, son los llamados “Chuchos” y sus escasos seguidores.

Por cierto,  Silvano Aureoles, es la expresión más cínica de todos ellos, porque en plena campaña electoral, siendo militante del PRD y gobernador de Michoacán, se  abrió a favor del candidato del PRI, José Antonio Meade.

Por supuesto, mediáticamente los “Chuchos” pusieron el grito en el cielo, pero al final no expulsaron a Silvano del PRD porque se sabe que  Peña Nieto les dio la orden para que calmaran las cosas. Así, o más entregados.

Regresando a El Tigre. Lo importante ahora es que no anda suelto, echando camorra en las calles; que está quieto, tranquilo, descansando un poco en las praderas del alma mexicana. Pero lo más importante, sin duda, será que le cumplan porque el felino, en el fondo, no tiene humor como para otra decepción aunque por estos días se le vea contento. Más vale que los que próximamente nos van a gobernar lo involucren en la llamada “Cuarta Transformación”. 

Y más vale porque El Tigre ya demostró que no tiene miedo; que sí se puede, que no estaba enojado de mentiritas y que ahora no está dispuesto a que algún cabrón le jale los bigotes.

Ojalá que tampoco El Tigre  nos decepcione; que no nos salga de papel. Que así sea.