Como sacado de una película de horror con trama post-apocalíptica, hace unas semanas nos enteramos que un tráiler repleto de cadáveres circuló sin rumbo fijo en el estado de Jalisco. Hasta hoy, el gobierno del estado no ha dado una explicación congruente con respecto al peregrinar del tráiler ni de quién dio la orden del traslado de los cuerpos sin vida; todo es, como siempre, deslindes y acusaciones de unos y otros.
Si bien la indignación ha sido generalizada y la exigencia de explicaciones hacia las autoridades jaliscienses ha sido abrumadora, la realidad es que poco se ha ahondado en lo que hay detrás de la “morgue sobre ruedas”. Y es que en esa caja frigorífica que quedara atascada en un lote baldío cercano a una zona habitacional, se encontraba la marca de 2 sexenios de masacres continuas en México.
Más allá del trato deplorable del que han sido objeto los restos humanos envueltos en bolsas negras que estaban dentro del tráiler, está el hecho de que cada uno de ellos tuvieron una historia de vida, una familia y amistades; atrás de todos hay un dolor, un llanto, un recuerdo.
Descartado ha quedado aquel discurso mentiroso con el que el gobierno de Felipe Calderón, intentó hacernos creer que todas las víctimas de “la guerra contra el narco” son delincuentes. Hoy sabemos, con cientos de ejemplos, que entre los miles de muertos registrados de 2006 a la fecha, hay niños, mujeres y hombres que nada tenían que ver con la delincuencia. Y efectivamente, ese es el caso de muchos de los muertos de Jalisco.
De acuerdo al periódico MILENIO, dentro de los cuerpos que fueron depositados en uno de los tráileres, mismos que el gobierno encabezado por Aristóteles Sandoval decidió sirvieran de morgues provisionales, se encuentra el de un niño cuya edad oscila entre los 5 y 7 años de edad. Con esta información podemos dimensionar la emergencia no solo sanitaria sino social que enfrentamos.
La transportación de cadáveres que se dio en Jalisco es solo la punta del iceberg, por debajo de la marea sangrienta se encuentra la incapacidad de todos los niveles de gobierno para acabar con la violencia, las vidas truncadas y el dolor de cientos de familias.
La solución no está en agrandar los servicios mortuorios (tal y como lo propuso el gobernador Jalisciense al anunciar que comprará más cámaras de refrigeración para conservar cadáveres), la solución está en acabar con la matanza cotidiana.
Al final, el tráiler, ese tráiler, también llevaba en su caja las conciencias de los ineptos, los corruptos y los indolentes que han propiciado el horror mexicano.