Durante la toma de protesta el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador no tuvo empacho en dar su discurso incendiario de los últimos años convirtiendo a San Lázaro en una plaza pública o un mitin de campaña. Fue lamentable escuchar e incluso ver cómo encaró a la oposición con comentarios como el de “quienes votaron por subir las gasolinas son los que ahora piden que bajen”. ¿Era necesario empezar con el pie izquierdo? ¿Era necesario remarcar a solo un grupo de panistas que solo estaban rabiosos porque les cala verlo con la banda presidencial? Yo creo que no.

Andrés Manuel no solo se limitó a golpear en su mensaje a la oposición en las cámaras de diputados y senadores, sino que también quemó en leña verde a un Enrique Peña Nieto que durante las dos horas que duró su discurso no podía esconder la cara de incomodidad ante los latigazos que recibió una y otra vez. Fue prácticamente masacrada y exhibida su actuación como presidente de la república. López Obrador debió ser más indulgente e irse por la vía política, pues el ex presidente no tendrá su contra réplica porque como buen ex presidente priísta se retirará y no será un Fox o Calderón que ellos sí lo criticarán cada que tropiece.

Es un hecho que con un 70% de aceptación popular más la mayoría en la cámara de diputados, senadores y en 20 congresos locales esperaremos cambios rápidos y radicales pues no tendrá problema para hacer hasta cambios constitucionales para lo que él llama la cuarta transformación. Ese 70% se puede ir en poco tiempo ya que, así como tiene esa popularidad, también se tiene una gran expectativa y la paciencia de los mexicanos no es muy larga y esta no es la excepción.

La gente quiere cambios puntuales en cuatro puntos principales que son el combate a la corrupción, la seguridad, el crecimiento económico y la disminución del precio en los energéticos. De esos cuatro puntos dos de ellos, el económico y el de seguridad son los que tendrán un impacto más pronto pues es algo que se vive día a día como es el aumento o disminución de los precios de los productos y en seguridad la gente lo vive cada día y es fácilmente medible a nivel local, estatal, regional y nacional.

Los mexicanos queremos paz y dentro de la paz también queremos que los más de 240,000 muertos y decenas de miles de desaparecidos tengan nombre y apellido, ya que los dos anteriores gobiernos en su insensibilidad los pasó a todos por muertos y pasaron de fosas clandestinas a fosas comunes del gobierno mismo. Millones de ciudadanos viven con dolor y mucho sufrimiento por años de espera y búsqueda de sus seres queridos.

El hecho que lleve a cabo su “austeridad republicana” le dará meses de oxígeno para mantener su popularidad pues tomarán meses en venderse los aviones, helicópteros y los anuncios de más recortes en distintas áreas del gobierno federal principalmente. Pero “no todo de ´amlove´ vive el hombre” así que debe de usar ese tiempo muy bien para preparar los grandes cambios que tanto espera la gente y así consiga tiempo para llegar a mitad de sexenio y tener ya algunas de las promesas de campaña listas y algunas ya finalizadas como las obras del tren maya, el NAIM, una parte de las cien universidades que se comprometió a construir.

Los mexicanos también verán fácilmente si se combate a la corrupción pues es, lamentablemente, algo que se vive todos los días como son las mordidas que el policía o tránsito le pide a la gente, los moches que piden los “gestores” al hacer un trámite ya sea municipal, estatal o federal, las cuotas en las escuelas y universidades, el desvió de recursos por parte de funcionarios públicos y muchas transas más.

Espero que Andrés Manuel López Obrador tenga clara conciencia de que las expectativas que tiene la sociedad es muy alta, mucho más alta que en la alternancia con Fox que terminó diluyéndose durante los seis años de gobierno. Si la gente se desilusiona será un golpe demoledor que puede volver a cometer el error de votar por el regreso del PRI “porque roba, pero deja robar” o el otro famoso dicho “es corrupto, pero sabe gobernar”. No olvidemos que la memoria colectiva es muy olvidadiza y cortoplacista.