Él también es mi campeón y, por supuesto, tiene más que merecido que venga hasta Culiacán Mauricio Sulaimán, Presidente del Consejo Mundial de Boxeo, a entregarle una réplica del cinturón de ese organismo que lo distingue como “Campeón Mundial Humanitario”.

El CMB le ha otorgado el cinturón a diversas personalidades del mundo que se han distinguido por su altruismo.

Ahora este organismo reconoce a un hombre que en el silencio generoso de su corazón, de su humildad y su amor al prójimo, ha trabajado incansablemente a favor de los pobres y de los más vulnerables. Más aún en estos días aciagos y dolorosos para el mundo y para México.

Cuando la pandemia arreció, empezó hablar con sus amigos y les informó que redoblaría sus esfuerzos para mitigar, de algún modo, los efectos nefastos del virus. Así que puso manos a la obra, organizó y reforzó su equipo de guerreras y guerreros y hasta ahora no ha parado en la entrega de dos mil despensas diarias y, aparte, 200 desayunos calientitos para su clientela habitual compuesta de seres desvalijados por la vida, cuyo último reducto es la calle.

Ahí, hasta ese espacio generoso, que no requiere credenciales ni afiliaciones, todos los días a temprana hora recalan indigentes de toda laya: Drogadictos, alcohólicos, viejitos, dementes, prostitutas, niños en abandono, gente perseguida, truhanes de poca monta, todos ellos hijos del desamparo absoluto.

Es una tropa, desaliñada, variopinta, cuyos integrantes emergen de entre la penumbra, como fantasmas, huyendo de las banquetas y los rincones de la ciudad antes de que se imponga la luz del día.

Saben que ahí les espera el alimento caliente y el alma de un hombre bueno; la oración y el rezo, la bendición y la buenaventura, y la entrega sin reserva, sin condición, de alguien que Dios les puso por delante.

Todos los días, desde que empezó la pandemia, el Padre Miguel y su equipo, recolectan ayuda en especie. Hasta los patios de la parroquia Del Carmen, en pleno corazón de Culiacán, llegan cartones con hortalizas, frutas diversas, pan, tortilla, latería y comestibles perecederos para la comida diaria.

Son alrededor de 20 gentes las que día a día ayudan al Padre Miguel a recibir la mercancía, a desempacar y luego a empacar lo que constituye una despensa. Posteriormente viene la otra etapa no menos pesada: Distribuir las despensas y para ello se requiere transporte y más manos. Gracias al apoyo incondicional de un grupo de agricultores, comerciantes, restauranteros y la solidaridad sin reservas de ciudadanos y empresarios, el Padre Miguel saca adelante su tarea de organización, clasificación, desempaque, empaque, distribución, planeación y administración. Un ejercicio de por sí nada fácil.

A parte, nuestro campeón, el Padre Miguel, se da tiempo para visitar a enfermos y familiares en los hospitales, para distribuir medicamentos y para atender a sus feligreses que no son pocos.

La manutención del equipo tampoco es cosa menor, pero el Padre Miguel se las arregló para que a diario lleguen ahí cuarenta platillos, con menú diverso, provenientes de distintos restaurantes, gracias al patrocinio de un grupo de empresarios.

Los méritos del Padre Miguel para recibir el cinturón de “Campeón Mundial Humanitario” de parte del Consejo Mundial de Boxeo son muchos, pero la circunstancia que vive el país, sobre todo los más vulnerables, lo pintan de cuerpo entero. El Padre se ha fajado en el ring, con ganchos certeros de solidaridad, contra la letalidad de un demonio invisible: El Covid.

El Padre Miguel también es mi campeón; es mi ídolo y es el ejemplo más vivo de la humildad y la praxis que dicta el Evangelio de San Mateo: “No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha”.

Ahí les hablan a esos que utilizan la desgracia para sus fines políticos y personales. Lo único que les interesa no es entregar la despensa, sino tomarse la foto, exhibirse entre la miseria por lo que dicen luchar pero que nunca han podido desterrar.

Pero aquí lo que importa es el Padre Miguel y el reconocimiento que este próximo jueves, 01 de Octubre, recibirá de manos de Mauricio Sulaiman, Presidente del Consejo Mundial de Boxeo, teniendo como testigos de honor al gobernador Quirino Ordaz y al Obispo de la Diócesis de Culiacán Jonás Guerrero.

Enhorabuena mi Campeón.