Se extiende el presente ‘Diploma al revés’, a los 28 días del mes de octubre del 2020, al Ciudadano Donald John Trump, cuadragésimo quinto Presidente de los Estados Unidos de América, por atentados contra la humanidad pero, ante todo, por agravios a la inteligencia de la raza humana.
Un reconocimiento que, ante la imposibilidad del suscrito de emitir su voto en el proceso electoral estadounidense –dada su nacionalidad mexicana-, bien pudiera ser la síntesis de lo que todos los mexicanos y latinoamericanos pretenden expresarle al premier estadounidense en estos días de agitación electoral y estremecimiento emocional por la pandemia y sus estragos.
Un diploma que, aunque escrito de derecha a izquierda, todo mundo pueda leerlo, hasta los disléxicos, los invidentes, los sordomudos, los paralíticos, los enfermos, los migrantes desterrados, los pobres, los desempleados, los huérfanos, los que duermen bajo el puente de la gran avenida y no saben qué comerán mañana y en general, por todos aquellos que desde la profundidad de sus carencias y sufrimientos, han creído en la grandeza y generosidad de la nación estadounidense, asociándola como la ‘tierra de la libertad y la oportunidad’. Y que han contribuido también desde su esfuerzo diario, con el sudor de su frente y con el dolor de su destierro, a la riqueza americana… por décadas.
Escrito al revés, sí… para que también lo entienda el recipiendario, no obstante tenga la mentalidad limitada, torcida y la voluntad distorsionada. Un diploma entregado por el mundo, ante el enorme despropósito que ha sido toda su gestión al servicio de la Unión Americana y, consecuentemente y de forma indirecta, para el resto del mundo, dada la concatenación económica y política del planeta.
Para citar sólo de una de sus aberrantes políticas públicas:
Un total de 545 niños migrantes procedentes de México, centroamérica y otros países, se encuentran separados de sus familias desde el año 2017 por órdenes del gobierno del presidente Donald Trump, viviendo en condiciones infrahumanas en EU, en confinamientos hechos de malla ciclónica y sin las mínimas condiciones de protección emocional y psicológica para un menor en formación, expuestos al trauma de dejar de ver a sus padres y quizá, a sus hermanos.
De acuerdo con la Unión de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), se calcula que dos terceras partes de los padres de estos pequeños fueron deportados a países de América central hace más de dos años.
Ahora el propio gobierno estadounidense se encuentra ante las consecuencias de su oprobioso error, al no encontrar a los progenitores y con el latente riesgo de que hayan sido presa del crimen organizado o de la violencia de la que habían llegado huyendo desde aquellos países hasta la Unión Americana. Violencia desatada, hay que decirlo, por el ‘negocito’ que ellos mismos sembraron como imperio hemisférico por medio de las modas y la ‘narcocultura’ y que ahora se empeñan en negar y seguir en los afanes del ‘prohibicionismo’.
La pregunta es ahora ¿Qué cuentas le van a rendir al mundo en este enorme problema social creado por el mismo gobierno de Trump, si los abogados designados por el juez federal termina reconociendo irresoluble la investigación para encontrar a los padres de los 545 menores?
El tema de la ley y el orden es un componente principal de la campaña de reelección de Trump.
Se ha intensificado en los últimos días, una operación denominada ‘Proyecto Salvaguarda’, que coincide con la participación del gobierno americano en la respuesta a un aumento de la delincuencia y que sirve para poner de manifiesto, lo que el presidente llama valor para imponer la ley y el orden en entidades gobernadas por demócratas.
Y no es otra cosa, que la ‘ley del garrote’ del descendiente de alemanes republicano, que quiere quedar bien con la idea absurda de sus votantes ‘duros’ del centro y centro sur de Estados Unidos, en el sentido de que “el enemigo del progreso de los estadounidenses en los últimos tiempos, llegó del sur de sus fronteras y a quitarles su trabajo como sus derechos inherentes”.
Nada más falso y mezquino, que tratar de engañar a la población con este auténtico sofisma.
Por esa y muchas razones, en lugar de un voto genuino y efectivo, la población de origen hispano o migrante en los Estados Unidos no debería darle un voto de refrendo a Donald Trump… al contrario, debería darle un Diploma ‘al revés’… como premio a su idiotez.
No cabe duda que no hay más sabiduría que la mexicana… o hispana. En la jerga burocrática de hace más de 40 años, se recordaba una máxima del período del desarrollo estabilizador: “Siempre es más peligroso un pendejo con iniciativa… que un cuadro eficiente parsimonioso”.
Y si bien, nos libramos en los noventa de un Ross Perot, aquel acaudalado pero ignorante empresario que creía que por ser rico ya sabía los secretos y protocolos del arte de gobernar… con Donald Trump el mundo terminó pagando las consecuencias de su llegada a la Presidencia de los Estados Unidos.
Y es que el ser rico no quita lo ignorante… ni lo necio.
Por eso y hablando en primera persona, suscribo un ‘Diploma al revés’ para Trump, por su daño a los migrantes inocentes y al mundo.