Hacer una pausa, es algo bueno. Es detenerse, apartarse del ruido. Una pausa es un recurso de la poesía. La naturaleza tiene espacios de quietud y de asombro. Para apreciar una obra hay que estar en silencio, lo mismo para observar y para escuchar. Cuando hablamos hacemos pausas. Las semillas hacen pausas mientras están en estado latente, también se crece al interior y en el silencio. Como escribió Edmundo Valadés, la semilla humana no tiene para cuándo dar fruto, lo importante es que ninguna se pierda, que todas germinen.
El bambú espera años en pausa, para luego alcanzar su máxima altura. Se necesita calma para comprender, para seguir, para valorar.
Reflexionar, estar en paz, es un regalo para nosotros. Es no confundir el camino, no dejarse llevar, ni avanzar por avanzar. No todo es ruido, no todo es seguir sin saber a dónde, no es estar de prisa, no es ver la vida pasar. Hay que escuchar la vida. En la música, también hay silencios, intervalos sin cantos y sin instrumentos, que permiten la armonía. Pensemos en una pausa, como una oportunidad de no dejarnos llevar por la inercia y dar un nuevo sentido a nuestra forma de vivir.