No es censurable el impulso al bienestar ni la capacitación y profesionalización de los mexicanos más necesitados, lo censurable es restar presupuesto a las universidades públicas que ya han alcanzado un grado de excelencia y reconocimiento inclusive internacional, lo inadmisible es pretextar la capacitación para adoctrinar, eso se evitó con la autonomía universitaria.
Lo censurable es no conocer a la Administración Pública Federal, cuando desde hace años, existe el Sistema Nacional de Competencias y el Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (CONOCER) cuya finalidad es que México cuente con empresarios, trabajadores, docentes, estudiantes y servidores públicos más competentes, ello incluye el conocimiento, habilidades, destrezas y actitudes que permitan desarrollar actividades de excelencia en el desempeño de su trabajo
Es una institución que certifica a quienes sin contar con un título han desarrollado habilidades que no alcanzan el rango de estudios que tienen las universidades, pero sin embargo su práctica les hace indispensables y requieren de una certificación, ahí si hay un nicho de oportunidades que debiera realizar la propuesta de la Universidad del Bienestar.
Combatir la excelencia, desconocer el invento de los chinos desde hace miles de años, los exámenes, que son una práctica teórica que permite evaluar, antes de hacerlo en la realidad, para que los errores por ignorancia, falta de habilidades o pericia, en la práctica en el campo del mundo real no se cometan fallas irreversibles y lamentables, esa es la esencia de los exámenes.
En la mañanera del viernes 13 de septiembre, recientemente el presidente argumentó, que porque los estudiantes de escuelas militares, de la Armada, el Colegio Militar y el Colegio del aire, al terminar sus estudios, son contratados sin examen y se integran a las fuerzas armadas, y lanzó la pregunta al aire para que algún especialista le explique por qué es así, pues no se necesita ser experto para contestarle, en las escuelas militares, los alumnos deben cumplir con una puntuación, que incluye conducta, responsabilidad, templanza, tolerancia, autocontrol, habilidad, destreza, pericia y conocimientos, todo ello tiene un valor en puntos y quien no lo cumple, es expulsado sin reconsideración, esa es precisamente la diferencia con las escuelas normales, la aspiración debe ser mejorar, emparejarse con las escuelas de excelencia, no bajar la calidad para emparejarla hacia abajo, sino por el contrario hacia arriba ser mejores, tender a la perfección.
Como en su rededor todos le tienen miedo y no se atreven a contradecirle y quien lo hace recibe descalificaciones de su parte, corriendo ese riesgo, le devuelvo la pregunta a su argumento Señor Presidente, ¿cómo impulsar la excelencia de la profesionalización sin exámenes, ni de admisión?
En reciente colaboración del periodista argentino Andrés Oppenheimer señaló que mientras en América latina veneramos a nuestros héroes que aparecen hasta en las monedas, lo que indica que tenemos la vida puesta en el pasado, los países emergentes tienen en sus monedas universidades, apuestan al futuro con calidad y excelencia.
Las instituciones de educación pública, como la UNAM, el IPN, (poli) Universidad Metropolitana, el H. Colegio Militar, la H Escuela Naval, el Colegio del Aire y las universidades públicas de los Estados de la federación, en general todas aquellas creadas por iniciativa e impulso de los gobiernos federales y estatales tienen como razón esencial ser precursoras del desarrollo cultural, político y tecnológico del país, pero además han sido detonantes del bienestar de la sociedad y peldaño al ascenso socioeconómico de las clases sociales, permitiéndoles subir en la escala social, han acreditado su pertinencia y utilidad en México. Además, muchas de ellas gozan del reconocimiento internacional por su nivel de excelencia académica.
La cantidad de egresados de las escuelas públicas confirman la frase del exrector Octavio Rivero Serrano que me dijera en una entrevista, refiriéndose a la UNAM, pero que aplica para todas las universidades públicas: “Ninguna institución educativa en el mundo le ha dado tanto, como la UNAM a México” y dígame cualquiera de todas las mejores del mundo.