Mi colega Gerardo Fernández Noroña se pregunta por qué el número de votantes en Venezuela para la consulta que organizó la oposición (la derecha fascista, le llama) se acepta sin pruebas y, en cambio, la prensa cuestiona de inmediato los números de la elección del Constituyente.
Tiene razón Gerardo al hacerse esa pregunta porque, efectivamente, no hay pruebas. Y no las hay primero porque el primer ejercicio no lo organizó el sistema electoral venezolano y segundo, porque aunque lo hubiera hecho, ese sistema es un desastre.
Hace muchos años que dejó de ser confiable, por más que Jimmy Carter lo haya elogiado alguna vez.
Y es que el sistema electrónico sí es una maravilla: funciona como relojito. Pero el problema es que el relojito es cerrado. No se puede verificar.
¿Este domingo votaron muchos o votaron pocos? No lo sabemos. Dice Gerardo, citando a las autoridades electorales, que votaron más de 8 millones. Dice la oposición, citando no oficialmente a sus amigos entre las autoridades electorales, que votaron más de 2 millones.
No sé si Gerardo es quien tiene la verdad. Ni nadie lo sabe porque lo único oficial del Consejo Nacional Electoral es un boletín que se escribió en Word. Y eso dice mucho.
No me crean a mí, no le crean a Gerardo, no le crean a la derecha fascista. Entren a este vínculo http://www.cne.gov.ve y busquen algo de lo que podrían encontrar en nuestra magullada democracia mexicana con la información de nuestro deterioriado Instituto Nacional Electoral.
Constaten que no hay registro alguno de los distritos. Que no hay resultados desglosados, que no hay actas. Por supuesto, no hay PREP y sería facilísimo tenerlo con el sistema electrónico de votación. Además, no sirve ninguno de los vínculos para resultados anteriores. Tienen liga a resultados hasta del 2009. Pero no sirven.
¿Es importante saber cuántos votaron? Claro, porque eso nos revela el apoyo popular a la propuesta política de Nicolás Maduro. Pero no sabremos cuántos votaron y ya olvídense de ver cómo votaron. Lo que sí sabemos es que su sistema electoral no es confiable y ese es el desastroso punto de partida para debatir lo sustantivo.