“El que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos en la vida."<br>
Francisco de Quevedo
Viejo lobo del mar de la política, para consumo nacional Andrés Manuel ofrece al Instituto Nacional Electoral y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación manzanas envenenadas disfrazadas de oportunidades históricas.
Al INE, primeramente, porque no debería de encargarse de llevar a cabo la elección interna de Morena, al menos no en principio. Esto es, no es que el Instituto se haya ofrecido a supervisar las elecciones internas de ese partido político, la cuestión es que tiene que acatar la sentencia del Tribunal Electoral instruyéndole a realizarlas; veredicto que partió de atender prácticamente una imposición del ejecutivo federal y su Movimiento.
Sabemos de antemano que, no importando el resultado, el proceso será impugnado y cuestionado por todos los participantes, incluyendo los ganadores. Morena es una constante lucha de facciones; el presidente AMLO lo sabe. ¿O no amenazó hace unos meses con abandonarlo si no se comportaban? Ya lo habíamos olvidado.
Cómo estarán las cosas que el mismo Porfirio Muñoz Ledo solicita al INE no caer en la trampa y no asumir esa responsabilidad. Los vericuetos de la organización interna y estatutos de Morena solo harán que el INE trastabille y llegue demasiado débil y vapuleado a las elecciones del 2021. Tengan por seguro que López Obrador aprovechará ese momento para terminar de destruir la confianza ciudadana en ese órgano autónomo. Es más, no les extrañe que a partir de ese año AMLO ya ni siquiera lo tome en cuenta y desestime todas las elecciones coordinadas por este.
La maquinaria ya está en marcha. Empezando con el discurso constante vertido en las mañaneras donde se descalifica al INE, en lo grande y en lo pequeño. Además, será por segundo año consecutivo que su presupuesto se verá seriamente reducido; ya lo anunció el secretario Arturo Herrera. Y no, antes de que algunos lectores me critiquen, no estoy a favor del despilfarro, pero las elecciones limpias y blindadas requieren dinero, mucho dinero, especialmente cuando estas vienen siendo cuestionadas en cada uno de sus elementos desde hace años por la oposición que ahora gobierna y despecha en Palacio Nacional. A lo anterior se suma que algunos de sus consejeros —que son 100% morenistas— ya han demostrado que a la primera oportunidad le pasan información interna y delicada a los adeptos del régimen...
El INE debería rechazar realizar las elecciones internas de Morena y concentrarse en las federales intermedias y las de octubre próximo y todo el engranaje que será necesario para estas: al menos 164,000 casillas a lo largo y ancho del territorio nacional. Esperemos que no sea, además, en medio de una nueva oleada de la pandemia...
Ahora bien, por otro lado, hay una narrativa iniciada por López Obrador para poner también el último clavo en el ataúd de la SCJN.
La inició impregnando la certeza de que se puede hacer una consulta popular para juzgar a los expresidentes, basándose en que estas están autorizadas en la Constitución. Se reserva socializar, claro está, que ello NO incluye (de hecho está prohibido) cuando se trata de juzgar a una persona y que pueda implicar privación de la libertad. Ya hay formas, vía otras instancias, para llevar a cabo un juicio bajo las leyes del Estado mexicano. López Obrador sabe que la consulta que pide es ilegal, pero poco importa pues él no busca justicia, solo espectáculo.
Del dicho de la mañanera se dirigieron directamente a la acción con miembros de Morena poniendo mesas para que la gente firme solicitando la consulta popular para enjuiciar a los expresidentes. Así, Calderón, Salinas y Peña Nieto todos juntitos, ¿por qué no?
Lo cierto es que para fincar cargos no se requiere ni una sola firma. El millón 800 mil que Alfonso Ramírez Cuellar solicita a los simpatizantes de Regeneración Nacional para llevar a cabo la consulta popular solo sirven para enraizar la idea de que esta depende de la gente y que Andrés Manuel les permite esa participación. ¡Todo un ente colmado de bondad!
Y sigue la historia: menciona en las conferencias de prensa y en sus interminables giras de candidato, la necesidad de escuchar al pueblo y que si “la gente” lo pide, los ex presidentes serán juzgados. Pero lo cierto es que no se requiere que las personas lo pidan por consulta o en las redes sociales. Si AMLO de verdad quiere juzgarlos, solo necesita presentar las evidencias y llevarles a juicio vía las instancias competentes. Pero no lo hará, ya lo dije, el juicio está de más. Lo que busca es que, sin este, queden en la percepción de las personas como culpables.
El siguiente paso, cuando se tengan las firmas reunidas, será presentarlas ante la Suprema Corte. La ilegal propuesta ya estará embebida en la población para cuando los ministros desechen la propuesta por ilegal. Y ¿qué será más fácil de creer: la repetición cotidiana dicha por López Obrador o la razón jurídica fría y con pocos micrófonos realizada por los ministros de la SCJN?
La cabeza del poder judicial quedará como “asesino” de la voluntad popular, aunque en realidad sean los últimos defensores del Estado de Derecho que resten en este país.
Hoy, en el informe presidencial, deberemos estar muy atentos a las expectativas y el discurso que siembre Andrés Manuel en torno a estas dos instituciones. Alertas a captar cómo el presidente va a aprovechar —entre otras cosas— su segundo informe para establecer lo que se DEBE esperar de la actuación de la SCJN sobre la solicitud de juicio político de anteriores mandatarios y del INE por cuanto a los procesos partidistas y electorales.
Establecerá la responsabilidad en esos otros, pero marcando lo que él considera debe ser el efecto y resultado, a sabiendas de que eso es imposible dadas a las acotaciones de ley.
En ambos casos, López Obrador ha emitido ya su veredicto y si no resulta cómo él lo está imaginando, al haber enraizado su expectativa en el entender ciudadano, terminará por minar los dos contrapesos políticos que aún restan en México. Eso es lo que él espera y lo que a nosotros nos espera.