“¡Con mi belleza puedo lograrlo todo! ¡Y ni quién lo ponga en duda!”<br>

Rubí (Bárbara Mori)

La primera temporada de esta historia ha concluido con el regreso del TP01 a tierras mexicanas. Duró —sobre todo le sirvió al presidente— para año y medio de entretenimiento.

Ahora, con la transmisión de la mañanera desde el interior del avión (suponemos que será hoy mismo), sin duda inicia una segunda serie. Sí, se contempla la conferencia de prensa en el hangar presidencial teniendo como escenario el TP01 “José María Morelos y Pavón”. Pues el avión no solo es protagonista, también le hace de escenario.

Ya en el trailer conocimos a uno de los protagonistas como: “el avión que no tiene ni Obama”. Hablamos de una súper producción de 2 mil 45 millones de pesos; y el cuento de la aeronave presidencial regresa a México probablemente para quedarse.

La primera temporada la pasó estacionado en un aeropuerto en California y, aunque no hizo nada de nada, fue muy bien utilizado en nombre del otro protagonista de este culebrón. Los 19 meses requirieron un presupuesto de 47 millones de pesos, solo por tenerle en Estados Unidos. Se prometió su venta demasiadas veces; y de ninguna de ellas se dio prueba más que la palabra de López Obrador.

Eso sí, su venta daría para comprar insumos médicos, mejorar caminos, arreglar escuelas y un largo etcétera.

A mitad de esa temporada, cuando el público había decaído por lo repetitivo de las promesas vacuas, se decidió introducir una forma de integrar al público televidente al show: la rifa / no rifa del avión.

La participación del respetable no se hizo esperar. Aunque nunca cómo se había planeado originalmente. En un inicio por la cantidad de bromas y memes de cómo el ganador guardaría el avión; los consagrados “ya me vi”. Después, estos fueron superados por el mismo gobierno al anunciar que sería una rifa del avión pero sin el avión.

Cuando más interesante se puso la trama fue cuando un grupo de empresarios asistieron a una cena más que fifí —versión 4T, claro está— para degustar unos deliciosos tamales de chipilín y que les dieran atole con el dedo (literal).

Hoy sabemos que esta idea por elevar el rating del avión presidencial, no ha sido la estrategia más adecuada, pues no se han vendido ni siquiera el 30% de los cachitos. Sí, ya sé que la pandemia obligó a retrasar la venta, y por lo mismo, la transmisión de los episodios de la historia, pero de todas maneras las cuentas no dan...

Quizá en parte se deba a que resulta más caro comprar esta lotería que cualquier otro sorteo de la Lotería Nacional. En este caso la fracción vale $500 el vigésimo y se debería comprar toda la serie ($10,000) para cobrar el premio de veinte millones, cuando que el premio mayor usualmente supera esa cantidad. Eso sí, aquí habrá 20 premios por la misma cantidad.

Sin embargo, el éxito no es posible. Entre la impresión de los boletos, los premios, la logística de distribución y un soporífero capítulo de pretextos, aun si se lograra la venta completa de los cachitos, no habrá ganancia. Ahora que si no se venden todos los boletos, habrá perdida.

Hay algunas series en las diversas plataformas de entretenimiento que son tan buenas que van alargando las temporadas, aunque en un principio fueron planeadas para una sola.

En el caso del TP01, este llegó a México sin una propuesta formal para su adquisición, pero en la mañanera sección de “yo tengo otros datos”, se dirá que hay dos ofertas de compra, una solo con efectivo y la 2ª –la más “probable”– pagando la mitad en efectivo y la otra mitad con equipo médico. Para que no haya dudas sobre el destino del material, se pediría a la ONU su participación... Ante lo cual, ya nos están anunciando una tercera temporada.

Si se anima a ver la segunda y tercera serie, estimo que sería importante no olvidar las cifras de este culebrón, telenovela o “avión-gate”:

El gobierno federal debe liquidar con el Banco Nacional de Obras 2 mil 45 millones de pesos. Seguido por los 47 millones por su estadía /estacionamiento en EEUU. Sin olvidar lo invertido para promocionarlo (se desconocen los costos), los costos de la rifa, además de los necesarios para mantenerlo en óptimas condiciones de venta.

Para acabarla de amolar, esta “serie” y sus temporadas no se pueden vender a las plataformas de video ni dejan regalías.

En otros datos, el TP01 bien podría entrar a los anales del Guinness por aparecer en el mayor número de discursos de un presidente de una nación. Ni el Enola Gay, avión histórico por tirar las bombas atómicas en el 45, estuvo en tantas alocuciones de Harry Truman, ex presidente de los Estados Unidos.

De hecho, hablando en términos económicos, este es una cuento demasiado caro y, peor, pagado por los impuestos de todos nosotros.

Pero, bueno, en términos políticos le sigue manteniendo el rating a la 4T: supongo que eso es lo único que (les) importa.

Triste. La historia del avión presidencial ha servido de cortina de humo, de meme, de broma, para hacer una rifa, para inventar cifras, etc. Esto es, de todo menos para volar y cumplir el objetivo de llevar al presidente de giras sin hacer peligrar su seguridad.

Este cuento continúa. La historia de este avión no la tuvo ni Obama...