El que en rico palacio deslumbrante<br>Manchó el ambiente con su aliento impuro,<br>De ajeno hogar en el recinto oscuro<br>La negra eternidad mira delante.<br>

Vicente Riva Palacio

En el Palacio de los Virreyes, de Hernán Cortés y antes del gran emperador Moctezuma Xocoyotzin, hoy habita el atraso.

El tiempo gira al revés y se revive la figura del ‘gobernador de Palacio’, quien era el encargado de supervisar todas las actividades de tan noble recinto. Ahora tendrá la encomienda de supervisar todo lo que ya hacen la Conservaduría de Palacio Nacional y la Coordinación General de Política y Gobierno de la Oficina de la Presidencia. Dichas dependencias seguirán existiendo, solo que a partir de ya se crea una plaza que desapareció hace más de 100 años y que nació en el siglo XIX para ir entonces de acuerdo con los tiempos.

Mientras todos los residentes de tan magno palacio procuraron adaptar al mismo a lo más moderno de sus tiempos, el actual morador revive un puesto que aparece en el reglamento para el gobierno interior de Palacio Nacional de 1853, cuyas obligaciones comprendían ramos de seguridad, conservación, policía y ornato del recinto.

1853, año aciago en la historia de México. Antonio López de Santa Anna volvió a la presidencia, en su onceava y última ocasión. Año en que se vendió a Estados Unidos la última parte de Arizona, por la cual el “quince uñas” cobró 10 millones de dólares de la época, los cuales, como tradición, no llegaron a las arcas de la nación.

Ignacy Lukasiewicz en Polonia inventó la lámpara de queroseno, la cual volverá a los salones de Palacio, de continuar la propuesta de AMLO para la electricidad, ensuciándolo todo.

La figura del gobernador de Palacio continuó con Maximiliano y Juárez. Las obligaciones de hace dos centurias, podrán ahora repetirse, solo valdrá la pena trastocar el nombre de algunos funcionarios. Total, si ya se tienen ‘siervos de la nación’ ahora se podrá contar con lacayos, mayordomos, palafreneros y hasta la Guardia Nacional, podrá ser guardia de palacio. En una de esas les den armamento de aquella época…

López Obrador, el ‘presidente historiador’, ha confundido la historia con volver al ignominioso pasado. Una muestra más de ello es el tomar una figura con casi 200 años de antigüedad y revivirla únicamente por el placer de hacerlo.

Dentro de las nuevas obligaciones del cuasi bicentenario cargo, tendrá que ver la asignación de áreas y optimización de espacios en Palacio, en particular aquellos en que el titular del ejecutivo federal resida.

Llama la atención esta nueva tarea, sobre todo porque se supone que Andrés Manuel y su familia ocupan la más pequeña y sencilla de las áreas de Palacio Nacional.

Se podría decir que ‘gobernador de Palacio’ es un sinónimo del ama de llaves de aquellas casas afrancesadas de la época porfiriana. Mientras otros lo verán como una cortina de humo más para ocultar que en México se ponen menos de 500 vacunas anti covid al día, mientras en Estados Unidos dicha cifra supera el millón. Hablamos de 2,000 veces lo que se hace en México. Vergonzoso es poco.

Los pisos en Palacio seguirán encerados. El primer elevador de México (instalado en tiempos de Porfirio Díaz) dejará de funcionar por falta de electricidad y el gobernador de Palacio saldrá a dar de voces: ¡Aguas!, ¡Aguas! Nadie sabrá si es el grito que antecedía al lanzamiento de aguas negras o si irá avisando sobre la salida de miembros de la 4T.

Lo único que quedará de la modernidad, será la frase de “soy totalmente Palacio”, e increíble es que quien lo viva sea López Obrador.

Se revive una figura del siglo XIX, se apagan las luces de la modernidad. Santa Anna —otro López— perdió la mitad del territorio de nuestro país. Este López también busca perder a México, rompiendo lo que sirve, fragmentando la historia, azuzando las divisiones internas; jamás buscando unir.

El nombramiento del gobernador o mayordomo de Palacio, anuncia una nueva oscuridad. ¡Abran paso al virrey, el pasado ha regresado!