Las pasiones son, ciertamente, las causantes de que los hombres se hagan volubles y cambien en lo relativo a sus juicios, en cuanto de ellas se siguen pesar y placer.

Aristóteles  

¿Quién no se ha visto involucrado en una discusión de la cual salió perdiendo? Cuando las emociones nos dominan, la mente se nubla, esta es nuestra naturaleza. El juicio y la razón nos abandona cuando la emoción nos atrapa. Salir de ese circulo vicioso no es nada fácil, requiere de gran esfuerzo, ayuda y cooperación. Cuando el ímpetu afecta nuestras relaciones interpersonales o incluso violenta nuestra paz social, es el momento de encontrar una solución urgente. Muchas veces, nos vemos movidos por intereses particulares que pueden arrastrar o quebrantar los intereses de una mayoría, creando un conflicto donde el costo a largo plazo puede ser muy alto. Una forma de conciliar y evitar una escalada de problemas es mediante acuerdos que eviten nuevas disputas o paren las ya iniciadas.

Conciliar exige mucho de cada persona, se requiere de auto control, de la habilidad para postergar el placer de ganar, de la tolerancia a la frustración y sobre todo de regular la impulsividad. Controlar los impulsos nos permite desarrollar nuestras capacidades sociales, fomentar la adaptación emocional y crear una sensibilidad que nos mantenga empáticos ante nuestros semejantes. Ponernos en la circunstancia del otro, entender sus necesidades y preocupaciones, es un paso hacia la humanización y, por ende, hacia nuestra cohesión social. Existen muchas opciones para lograr esto, no hay formulas mágicas, ni soluciones espontáneas, se requiere de voluntad y mucho trabajo. Por ejemplo, en una relación de pareja cuando nos encontramos en un conflicto, surgen una gran cantidad de respuestas en nuestro cuerpo. Pueden despertarse emociones, estrés, o incluso hasta ansiedad. Lidiar con un escenario de esa naturaleza puede ser imaginarnos a nosotros mismos frente al otro, reconstruir la atmosfera y circunstancia a la que podríamos enfrentarnos en la vida real. En este sentido, empezamos a imaginar los argumentos que puedan surgir y nos preparamos para generar los contraargumentos correspondientes. Los expertos han denominado a este ejercicio de simulación “Imaginación de la interacción”.

Imaginar un escenario tiene sus ventajas, ya que nosotros tenemos pleno control de los argumentos, de las preguntas y las respuestas, lo que nos permite adelantarnos a la realidad. Así podremos ser capaces de valorar y escoger los argumentos que más nos beneficien. Este ejercicio impone que organicemos nuestras ideas coherentemente y que podamos anticiparnos a la respuesta del otro. Sin embargo, no siempre nos encontramos en condiciones de adelantarnos, por lo que en algunas ocasiones debemos realizar este ejercicio incluso durante una discusión. El objetivo es evitar que nuestras emociones guíen la discusión. Contar con la voluntad de solucionar un conflicto, implica estar dispuesto a escuchar, pensar y valorar lo más objetivamente posible. Cuando no podemos salirnos de nuestra exaltación por ganar, cuando solo tenemos la atención centrada en nuestros propios conflictos, y repetimos una y otra vez nuestros pensamientos, se considera que “Rumiamos las ideas”. Esto nos ocurre con mayor frecuencia ante una mala toma de decisiones que nos producen emociones negativas, y en la mayoría de los casos nos aleja de posibilidad de encontrar una solución satisfactoria.

Tenemos que considerar que, para la conciliación y tolerancia, el ejercicio empieza dentro de la familia, y es ahí donde se debe de forjar el apoyo social. Los expertos han podido establecer que, en el caso de los hombres, el apoyo derivado de su pareja es de gran importancia, al grado que la ausencia de ese apoyo puede repercutir en su estado de salud. En el caso de las mujeres, lo más importante, y que también puede impactar en su salud, es el estado de la relación en general. La evaluación del estado de la relación es más importante para las mujeres, mientras que para los hombres es formar, mantener, procurar la unidad y contacto de la familia.

Encontrar opciones de conciliación y tolerancia social, depende de fomentar el desarrollo de familias fuertes, donde se realicen estrategias que promuevan la cooperación en el conflicto y la negociación. Si se anticipa un conflicto es más fácil analizarlo y atajarlo, lo que nos evitará futuros problemas. No debemos de perder de vista lo que la ciencia del comportamiento ha demostrado. Conforme aumenta la probabilidad de ejercer estrategias agresivas, las estrategias conciliadoras y de perdón se van desvaneciendo. Evitemos el conflicto, siendo empáticos, siendo tolerantes, siendo más humanos. Aprendamos a manejar el conflicto adelantándonos y enseñemos a nuestros hijos a controlar las emociones que les ayude a tomar mejores decisiones. Recordemos que evitar los conflictos es la base de una convivencia social armónica y sana.