Desde antes de que Enrique Peña Nieto comenzara a fungir oficialmente como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, se sabía que dos figuras en su gabinete iban a operar con la intención de ser sus posibles sucesores, a saber, Luis Videgaray Caso y Miguel Ángel Osorio Chong. A pesar de los malos resultados de ambos, el primero de estos habrá de conformarse con la candidatura a gobernador del Estado de México por una mera cuestión de insensibilidad política.
Sobre ambos personajes habría que señalar que ninguno de ellos entregó resultados destacados a Peña Nieto, así como su gabinete en general, por lo que no sorprende que en la percepción ciudadana publicada por El Universal, al menos siete por cada diez mexicanos no se encuentre de acuerdo con la forma en la que se conduce el país, cifra que podría ser incluso más escandalosa si su metodología no se preocupara por apapachar la figura presidencial.
Luis Videgaray Caso, hoy ex Secretario de Hacienda, entregó pingües resultados durante su gestión. Su mala administración en los paquetes económicos con sus respectivos déficit fiscales provocó que los niveles de deuda del país alcanzaran los indicadores de crisis económica del año 1995, condición por lo que Standard and Poor’s bajó su perspectiva de país a negativa. Las previsiones de crecimiento de México nos han acostumbrado a sus constantes ajustes a la baja, condición por la que la OCDE instó a la nación a mejorar su ritmo de crecimiento moderado para no alejarse de las demás naciones en tanto que la Reforma Energética no sólo no ha generado los crecimientos adicionales del 1% del PIB –proyectado en 3% adicional para 2018- ni de 500 mil empleos adicionales –proyectados hasta 2.5 millones en 2018- sino que ha complicado aún más la capacidad de operación de Pemex y provocado ajustes al alza en el costo del suministro energético pagado por los mexicanos.
Pero increíblemente Videgaray Caso no fue rasurado del gabinete presidencial por los desaciertos que tuvo bajo su responsabilidad de Secretario, sino que el motivo tiene que ver con la frivolidad, puesto que en este gobierno es más importante cuidar la figura presidencial -que está por los suelos- que perjudicar a una nación entera por incapacidad y malas decisiones.
El mensaje que se recibe es terrible para los mexicanos e incluso, para las aspiraciones de Peña Nieto para mantener al PRI en el poder durante los comicios del 2018: Videgaray abandona el gabinete y su condición de presidenciable no por su pésimo desempeño como Secretario, sino por su desatinada decisión de gestionar la visita del candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump.
Y la frivolidad con la que se conduce la Presidencia de la República es reafirmada al ‘mover’ a Osorio Chong a Sedesol, puesto que si bien sus resultados han sido igual o peores en su respectiva responsabilidad como encargado de la política del país e incluso de la inseguridad que vive el mismo gracias a la creación de su Súper Secretaría, el hidalguense no cometió la tropelía de hacer quedar mal a su jefe en el ejecutivo federal.
Porque a pesar de que el gobierno de Peña Nieto supera en cifras las condiciones de inseguridad dejadas por la triste administración de Calderón, a pesar de que los grupos de autodefensas se extendieron a todo el país dada la fragilidad de las instituciones y de que ha sido incapaz de llevar a cabo negociaciones exitosas con cualquier grupo social de inconformes en el país, las mencionadas no son razones suficientes para alejar a Osorio Chong de sus aspiraciones para encabezar la candidatura del PRI a la presidencia de la República, puesto que dicho personaje no ha hecho quedar mal a Peña Nieto.
No, México no tiene los gobernantes que merece.