Pedir definiciones en un gobierno de indefiniciones no me cuadra.
Ahora que regresó a sus eternas giras el presidente López Obrador pidió en Minatitlán, Veracruz, que “se defina si se está a favor o en contra de la transformación”.
¿Pedir eso en estos momentos de emergencia sanitaria? ¿En serio?
Lo dicho hoy por el presidente solo ahonda mi desilusión porque veo presente el interés de dividir o de pedir aprobación en un momento donde la mayoría de las personas lo que anhelan es la salud, la seguridad económica, tener algo que llevar a la mesa, tener para enterrar a los muertos.
Yo apoyé a Andrés Manuel por 18 años y lo seguiría haciendo si siguiera mostrando congruencia. Pero simplemente no hay.
Y la sensibilidad brilla por su ausencia.
Las eternas giras son una andanada de descalificaciones hacia el pasado que solo echan leña al fuego en momentos tan delicados como los que vivimos. ¿Qué importa definirse o no cuando el hambre aprieta?
Los que tenemos cinco gramos de sensatez tenemos claro que anhelamos que nos vaya bien a todos y por supuesto, a la cabeza del país, al presidente, al hombre que fue ejemplo de perseverancia, de tenacidad y que prometió sacar adelante a México.
Por ello, aunque se me tache de conservadora, (o póngale usted el adjetivo que le guste) le pediría al presidente que saque la casta por el país sin invitar a la confrontación porque este no es el momento.
Hay casi 14 mil familias en duelo por haber perdido un ser querido y hay otros miles (millones) que lo que deseamos es seguridad, estabilidad económica, progreso.
¿Podemos enfocarnos en eso y después hablar de definiciones?
Sería sano, sería sensato, sería aplaudible pero ahora queremos un presidente para todos, sin importar las creencias o si es de oposición o no.
Enfoquémonos en la emergencia, en sacar al país adelante, en México que es lo que a todos nos importa y dejémonos de cuestionamientos fuera de lugar.
Este es el momento, de lo demás, hay tiempo para hablar.