Manny Pacquiao confesó que debutó ilegalmente: “Dormí en las calles y quería comer” confesó el pugilista filipino.

Sin duda, Pacquiao es una referencia mundial del boxeo, pues sus espectaculares actuaciones han hecho que se gane el respeto y cariño de los fanáticos alrededor del mundo. Aunque su vida no ha sido del todo sencilla.

En su libro autobiográfico, “Pacman: My Story of Hope, Resilience, and Never Say Never Determination”, el boxeador confesó que a muy temprana edad vivía en pobreza extrema.

Su necesidad de llevar un plato a su mesa, lo llevaron a cometer acciones ilegales y esa fue la manera en la que debutó con solo 16 años de edad.

Manny Pacquiao

La dura vida y debut de Manny Pacquiao

Manny vivió una vida muy difícil pues el sustento no era suficiente en su familia y se veía obligado a dormir en las calles.

Desde temprana edad mostró sus dotes en el boxeo, pero la edad mínima requerida para poder debutar de manera profesional era de 18 años.

Sin embargo, Pacquiao tenía solo 16 pero sus ganas por salir adelante superaban cualquier obstáculo y se propuso hacer cualquier cosa para lograrlo.

Pacquiao sacó una identificación falsa para poder pelear. Su debut fue en 1995 contra Edmund Enting Ignacio y ganó por decisión unánime. Después de eso continuó con una carrera llena de éxitos.

“Yo era pobre y no podía ayudar a mi familia. A veces no teníamos para comer y me daba tristeza ver a mi madre así, pero todo cambiaría para nosotros. Luego de la pelea me puse feliz. Ahora, ya puedo comer tres veces al día”.

Manny Pacquiao envió saludos a AMLO previo a su pelea vs Ugás.

Manny Pacquiao estuvo a punto de pedir limosna

El filipino contó que para debutar tenía que viajar a Manila y un promotor fue el que lo contactó pero ahí también tuvo que pasar por situaciones precarias antes de ganar.

“Había semanas en las que el trabajo no existía. Y en esas noches, yo dormí en las calles y no tenía para comer. Era justo como volver a mis días cuando era niño, excepto que ahora mi estómago era más grande para llenarlo”.

“En esos días iba a restaurantes y esperaba afuera, y aunque algunas veces tuve la tentación de pedir limosna, nunca lo hice. Pacientemente me escondía afuera de la puerta de la cocina en las sombras hasta que los meseros y los manejadores del restaurante venían a darme comida”.