“Yo conozco a Coco, yo tuve una Coco…” esa fue la idea que llegó a mi cabeza al terminar de ver la nueva película de Disney/Pixar, la aventura animada de la compañía que no solo logra reflejar la mística alrededor del Día de los Muertos con gran fidelidad, sino también el peso tan fuerte que conlleva pertenecer a una familia mexicana.
La trama inicial es sencilla de entender: Miguel es un niño mexicano que se dedica a bolear los zapatos de los pobladores de Santa Cecilia, una localidad inspirada de forma notable en la ciudad de Oaxaca de Juárez y donde los festejos para recordar a los santos difuntos han comenzado.
El sueño de nuestro joven protagonista es convertirse en músico, un talento que lleva en las venas y que no se atreve a demostrar porque la música esta prohibida para su familia, por lo que tiene que esconderse para tocar una improvisada guitarra y ver las películas de su fallecido ídolo, el famoso cantante Ernesto de la Cruz.
Con esta premisa, el director Lee Unkrich construye una historia en el que el paso de los muertos al mundo de los vivos se convierte en una colorida aventura que inicia con un tornado de flores de cempasúchil, haciendo un recorrido por pasajes de la cultura y el arte mexicano a través de sus figuras más internacionales.
De hecho, el personaje de Ernesto de la Cruz parece estar inspirado entre Pedro Infante y Jorge Negrete (quienes hacen su propio cameo), mostrándolo como el cantante más famoso de México; al ser tan conocido, sus millones de seguidores siguen colocando su imagen en altares y dejándole miles de ofrendas, algo que es fundamental para quienes “viven” en el mundo de los muertos.
Otra curiosa aparición es la de Frida Kahlo, en donde más allá de homenajearla, juegan con su carácter en múltiples ocasiones sin llegar a ser ofensivos, algo que de alguna forma trata de explicar la relación de amor-odio que algunos mexicanos tienen con la artista.
Es precisamente esta acción de recordar a nuestros seres queridos lo que mueve a la historia, haciendo que te identifiques en la forma en que convivimos con nuestros padres, abuelos y sobre todo nuestras madres, sacando la lagrimita a más de uno al ver en la imagen de la bisabuela ‘Coco’ a sus propios familiares, en un relato que es el de muchas familias mexicanas.
Eso sí, a pesar de que la trama se enfoca en la música, ‘Coco’ no es un musical; los números son contados y se agradecen, ya que las piezas interpretadas únicamente están relacionadas con la historia, pero no están explicándola de más, a diferencia de otros filmes animados que abusan de las canciones (te estoy señalando Moana).
De esta forma ‘Coco’ se convierte en una historia entrañable que con un toque de comedia, música y drama hará valorar la forma en que los mexicanos recordamos a nuestros difuntos, reimaginando nuestras tradiciones sin faltarles al respeto.