Gustavo Adolfo Infante, de 58 años de edad, tiró dura pedrada contra los deudores de Rosita Pelayo: “Le ofrecí abogados”.
El periodista Gustavo Adolfo Infante acudió al velorio de la actriz Rosita Pelayo, quien murió el domingo 17 de diciembre, víctima del cáncer.
En entrevista con reporteros, Gustavo Adolfo Infante aprovechó para lanzar una dura crítica a los deudores de Rosita Pelayo.
Pues reveló que la actriz tuvo que recurrir a préstamos para pagar su tratamiento.
Gustavo Adolfo Infante exhibe a una de las deudoras de Rosita Pelayo
Gustavo Adolfo Infante reveló que una de las deudoras de Rosita Pelayo es Patricia Villafuerte, una bailarina que era parte del ballet de Emma Pulido.
Rosita Pelayo, comentó el periodista, le habría dado a la mujer un millón y medio de pesos para invertirlos en una cafetería.
Al agravarse su salud, Rosita Pelayo se habría visto obligada a retirarse del negocio para usar el dinero en su tratamiento.
Gustavo Adolfo Infante recordó que pese a que Rosita Pelayo le imploró a sus deudores que le pagaran para solventar sus gastos, se quedó esperando el dinero hasta el día de su muerte.
Tan difícil fue la situación económica que Rosita Pelayo vivió en sus últimos días, dijo el periodista, que su amigo Pepe Magaña tuvo que prestarle dinero para pagar unos medicamentos.
Gustavo Adolfo Infante afirma que le ofreció a Rosita Pelayo sus abogados para presionar a sus deudores
Indignado por la situación, Gustavo Adolfo Infante dijo que él mismo le ofreció ayuda con sus abogados para presionar a los deudores a recuperar el dinero, pero ella se negó.
Jorge Zamatiz, periodista que acompañó a Rosita Pelayo en sus últimos días, reveló que la actriz había llegado a un acuerdo con los deudores.
Estos, según dijo, se comprometieron a devolverle su dinero el próximo año.
Ahora que Rosita Pelayo ha muerto, Jorge Zamatiz dio a conocer que el dinero se usará para pagar las deudas que dejó.
El resto, agregó, quedará en manos de su asistente Herminia Gómez, quien trabajó con ella durante 35 años y la acompañó hasta sus últimos momentos.
Pues la única familia que le sobrevivía a Rosita Pelayo era una tía lejana.