El 2 de noviembre, Rebecca Jones tuvo que ser hospitalizada de emergencia, ese día la vida otra vez se le complicó. Su salud física se vio amenazada pero su salud mental también.
Y es que Rebecca Jones, de 65 años de edad, tuvo que luchar contra una deficiencia pulmonar que derivó en pulmonía y a la par estaba y ha estado preocupada por su hijo Maximiliano Camacho, quien aseguran tendría problemas con el alcohol y consumo de drogas.
Aseguran que el hijo de Rebecca Jones recayó en alcoholismo y consumo de drogas
Max -como llaman cariñosamente a Maximiliano Camacho- de 33 años de edad, no habría podido soportar que su madre enfermara de cáncer por lo que en 2018, año en que la actriz fue diagnosticada, empezó a tomar sin control y a consumir drogas para presuntamente, evadir la realidad.
De acuerdo con la revista TV Notas, basándose en declaraciones de un amigo cercano a la familia de Rebecca Jones, Max cayó en una profunda depresión cuando hospitalizaron a su madre.
Habría retomado sus adicciones, por lo que Alejandro Camacho, de 68 años de edad y su padre, lo internó en contra de su voluntad en una institución psiquiátrica para que lo ayudaran.
Esto reforzó el rencor que Max siente hacia su padre, el cual dicen lo originó la violencia que el actor ejercía sobre Rebecca Jones durante su relación, todo según revelaciones de la fuente anónima.
Rebecca Jones estaría preocupada por su hijo Maximiliano Camacho
Al enterarse, Rebecca Jones se habría angustiado porque le preocupa el futuro de su hijo en caso de que ella muera, ya que Alejandro Camacho y la actriz aún lo mantendrían.
Le exigió a Alejandro Camacho sacarlo de la clínica, por lo que Max salió el 20 de noviembre a dos semanas de haberlo ingresado.
La visitó en el hospital y ella aprovechó para pedirle que controlará sus adicciones. Como era de esperarse, el estado anímico de Max mejoró al ver a su mamá y hasta se cortó la barba y se bañó, pero está más enojado con su padre, aseguran.
Max no le perdonaría a Alejandro Camacho el ingreso a la clínica psiquiátrica, donde su estancia costó más de 24 mil pesos, continuaría resentido por el trato a su madre, aunque sí aceptaría el dinero para pagar su casa y la manutención.