En el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es importante destacar la lucha de las mujeres comerciantes desplazadas del metro de la CDMX contra la violencia económica y sus exigencias.
La colectiva Leonas en Manada, conformada por mujeres comerciantes en empleo informal en el Metro de la CDMX, ha levantado la voz y ante la prohibición de seguir trabajando como “vagoneras” piden ayuda del gobierno capitalino.
Pero, ¿quiénes son las mujeres que trabajan en los vagones del Metro?, ¿qué violencias enfrentan?, ¿qué las llevó a trabajar ahí?
Cada una tiene sus historias pero algo en común entre Patricia, Julia y Ana María es que son madres solteras y en su trabajo en el Metro han encontrado la posibilidad de mantenerse y no dejar solos a sus hijas e hijos.
Patricia y las violencias contra mujeres “vagoneras”
Patricia de 51 años de edad ha trabajado como comerciante casi 34 años en el Metro de la CDMX, en los vagones donde ha ofrecido de todo, desde chocolates, discos, maquillaje, chicles…todo.
Comenzó a trabajar a los 18 años porque ya era mamá y su familia no la apoyó con los gastos ni con cuidar a su bebé, y el Metro le dio la posibilidad de laborar con su hijo sin descuidarlo.
De las estaciones San Antonio Abad a General Anaya de la Línea 2, Patricia ha enfrentado violencia por parte de los usuarios del transporte desde agresiones físicas hasta acoso sexual.
Y de la Policía de la CDMX, abusos, fabricación de delitos como resistencia a particulares, portación de armas, ser “carteristas”, detenciones solo porque las conocen, persecuciones, uso excesivo de la fuerza, violaciones al debido proceso, multas excesivas y horas en el Torito.
“Ejercer el comercio en los vagones del metro se traduce en ser tratadas como delincuentes [...] a ser amenazadas por las autoridades a quitarnos a nuestros hijos aunque no tenemos acceso a guarderías y el sistema de cuidados de la ciudad no se ha echado a andar”.
Colectiva Leonas en Manada
Julia Sánchez y Leonas en Manada se unieron a las feministas
Julia Sánchez comenzó a trabajar como “vagonera” en el Metro de la CDMX a los 22 años; la invitaron luego de quedarse sin trabajo y buscar por días un nuevo empleo, ella se quedó por la facilidad de horarios.
“La mayor parte de nosotras somos madres solteras y cuando se tienen hijos en la escuela, en mi caso, me los podía llevar conmigo a trabajar o dependiendo de sus horarios, definir mis jornadas para estas con ellos”.
Julia Sánchez
La primera vez que Julia sintió tranquilidad trabajando en el metro fue cuando, junto a la colectiva Leonas en Manada, se acercaron a las colectivas feministas que comenzaron a protestar contra la violencia económica en junio de 2021.
Las “vagoneras” se dieron cuenta que los policías no las molestaban y a partir de ahí comenzaron a leer sobre feminismo. Tendieron sus productos, se aprendieron las consignas y la tranquilidad de trabajar duró por 5 meses.
“Al principio era extrañeza y curiosidad sobre qué estaban haciendo ellas aquí tendiendo sus productos cuando nosotras tenemos años trabajando y jamás hemos podido hacerlo. Supimos sobre la protesta económica, armamos colectivas y empezamos a gozar de esa tranquilidad”.
Julia Sánchez
Leonas en Manada considera que con el acercamiento a las feministas pudieron llevar a cabo su trabajo de manera digna, sin ser perseguidas, ni arrestadas por la policía.
Ana María: las afectaciones del desplazamiento de comerciantes del Metro de CDMX
Ana María Rivera inició como “vagonera” del Metro en la CDMX en 2007, ya tenía varias semanas sin trabajo y debía mantener a sus dos hijas pequeñas, esa fue su única alternativa.
En reiteradas ocasiones fue detenida por la policía y obligada a pagar una multa o quedarse detenida 13 horas. Tras el acercamiento con las feministas y por el desplazamiento de andenes y pasillos, volvió la persecución y discriminación.
“Hacemos un llamado a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, para que nos dé una oportunidad de ocupar los locales del Metro vacíos y tener un trabajo digno, que tengamos comercios en forma con una renta social”.
Ana María Rivera
Una exigencia son mesas de diálogo en donde se considere la posibilidad de que a través de una renta social con requisitos adecuados a su situación socioeconómica, puedan usar los locales desocupados.