México.- El pasado 25 de septiembre, María Bernarda Ureña Aguirre, una mujer de 85 años contagiada de Covid-19, fue desalojada de su casa sin ninguna orden judicial.
El desalojo se llevo a cabo en la colonia Doctores de la alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México (CDMX), sin notificación previa de las medidas a realizar.
Pese a que María Bernarda se encuentra enferma de Covid-19, poco les importo a sus arrendatarios, quienes en cuestión de horas llevaron el desalojo de su casa en la que habitó durante más de 60 años.
De acuerdo con el testimonio de María Bernarda, la mujer nunca dejó de pagar su renta de 2 mil pesos a los hijos de los dueños, ya que los dueños murieron mientras ella ya se encontraba habitando la vivienda.
Desde hace 4 años la inmobiliaria que renta María Bernarda inició un juicio contra la mujer de 85 años
Al lugar llegaron cerca de siete mujeres y un actuario, alrededor de las seis de la mañana, quienes con lujo de violencia desalojaron a María Bernarda.
María Bernarda acusa que las personas tenían una hoja firmada, misma que la mujer de 85 años no pudo leer.
Al continuar con la investigación en el juzgado, María Bernarda fue notificada que desde hace 4 años se está llevando un juicio en contra de la inmobiliaria que arrienda el departamento.
El juicio en contra de María Bernarda comenzó cuando el propietario amenazó con correrla de la casa si no firmaba un convenio en donde se le dejaba de pagar la renta de manera presencial, puesto que ahora se depositaría a la cuenta de la inmobiliaria.
La mujer de 85 años denuncia haber dejado de recibir sus recibos por el pago de la renta
En aquella ocasión, denunció, la mujer de 85 años, el propietario acudió con guaruras, María Bernarda accedió, sin embargo, los recibos de pago, a los que tiene derecho no le fueron entregados.
Al no obtener recibos de los pagos hechos, los cuales deben ser otorgados obligatoriamente, la mujer dejó de pagar la renta.
Posteriormente fue llevado a cabo el desalojo, del cual nunca recibió notificación. Las cosas de María Bernarda quedaron en la calle, y la amenaza de los dueños del inmueble era tirarlas si no las guardaba en otro espacio.