En 2019, Puebla cultivó más de 3 mil hectáreas de cilantro, alcanzando una producción de 47 mil toneladas. Sin embargo, aún no se ha logrado su exportación a Estados Unidos.

Ello, debido a la presencia de microorganismos causantes de enfermedades gastrointestinales, principalmente Cyclospora cayetanensis, protozoario que produce diarrea prolongada y severa.

Ahí la importancia del papel de la BUAP, cuyos investigadores buscan lograr la inocuidad en la producción de cilantro en Puebla, principal productor del país.

Así trabajan Investigadores BUAP por la inocuidad en la producción de cilantro

Un equipo interdisciplinario, en el cual colabora la doctora María Lorena Luna, académica de la Facultad de Ingeniería Química de la BUAP, lleva a cabo una investigación para detectar Cyclospora cayetanensis en agua, suelo y en el producto.

En este grupo también colabora Cristina Lara Ochoa, del Centro de Detección Biomolecular; Juan José Luna, académico de la Facultad de Ingeniería Química; el Laboratorio de Análisis Clínicos del Hospital Universitario de Puebla y estudiantes de Ingeniería en Alimentos.

Para generar esta vinculación se creó el Centro de Inocuidad y Desarrollo de Alimentos (CIDEA), adscrito a la Dirección de Innovación y Transferencia de Conocimiento (DITCo) de la BUAP.

El propósito es buscar al protozoario por medio de métodos microscópicos y moleculares.

Una vez identificado, se establecerá un acercamiento con los productores para capacitarlos en la reducción o eliminación de los peligros biológicos durante la cosecha y manejo de este alimento agrícola.

Ello, además de brindarles información sobre cómo mejorar su exportación y acrecentar el número de productores acreditados para ello.

¿Cómo se contamina el cilantro?

Los vegetales frescos están expuestos a un gran número de microorganismos desde el punto de vista patógeno.

El cilantro no es la excepción, porque al cosecharse en suelo tiene mayor probabilidad de contaminación microbiológica, principalmente por Cyclospora cayetanensis.

El primer portador de este patógeno es el ser humano, a través de las heces, quien a su vez se contagia por el consumo de alimentos o agua contaminados.

María Lorena Luna explica que este protozoario es resistente a la cloración, pues su forma esporulada cuenta con una envoltura gruesa que le da resistencia contra los agentes desinfectantes.

Para erradicar de manera integral este microorganismo se derivan otras líneas de investigación: la búsqueda de agentes que inactiven al parásito, detección de otros posibles reservorios, así como analizar su supervivencia.