La mañana del 7 de marzo fueron localizados los 4 estadounidenses secuestrados en Matamoros, Tamaulipas; 2 de ellos sin vida.
El caso recordó a Mark Kilroy, un estadounidense que en 1989 también fue secuestrado, torturado y asesinado en Tamaulipas por los narcosatánicos.
El estudiante de medicina se encontraba de vacaciones en México cuando los seguidores de Adolfo Constanzo, líder del culto, lo secuestraron.
‘El Padrino’ había ordenado encontrar a un hombre blanco y angloparlante para sacrificarlo en un ritual y casualmente dieron con el estadounidense en Tamaulipas.
La muerte de Mark Kilroy fue horrible, su cuerpo presentaba muestras de tortura; había sido violado y se le encontró un corte de machete en la parte trasera del cuello.
Poco después se comprobó que su columna vertebral había sido usada por el líder de los narcosatánicos como amuleto en forma de corbata.
¿Quiénes fueron los narcosatánicos?
Adolfo de Jesús Constanzo fue un narcotraficante y asesino serial norteamericano, líder de los narcosatánicos, culto bautizado por la prensa mexicana.
Sus crímenes fueron tan atroces que inspiraron desde canciones hasta documentales de Discovery Channel y una película protagonizada por Martha Higareda.
Mejor conocido como ‘El Padrino’, Adolfo Constanzo era hijo de refugiados cubanos que lo iniciaron en la santería y el Palo Mayombe, religión que guiaba a los narcosatánicos.
El hombre convencía a sus seguidores de su supuesto poder para otorgarle vida a los espíritus, y de que los haría invencibles e invisibles si tomaban una de sus pócimas.
Para ello, los narcosatánicos realizaban ritos con sacrificios de animales y para 1983 se trasladaron a México, donde Adolfo Constanzo alcanzó un éxito descomunal como santero.
Personas de la clase alta y los altos mandos de Tamaulipas, entre ellos varios narcotraficantes, lo comenzaron a ver como líder espiritual.
Los terribles crímenes de los narcosatánicos en Tamaulipas
Gozando del éxito que tenían en Tamaulipas, los narcosatánicos se convencieron de que sus rituales serían más poderosos si sacrificaban restos humanos.
Así, comenzaron a profanar panteones y después a asesinar en el Rancho Santa Elena de Matamoros, a donde se mudaron en 1988.
A la par, Adolfo Constanzo comercializaba mariguana y cocaína con reservas en el rancho, lugar en el que los narcosatánicos realizaban rituales sangrientos.
‘El Padrino’ intentó asociarse con una de las familias más poderosas que conocía, de apellido Calzadas. Sin embargo, lo rechazaron.
En consecuencia, 7 miembros de la familia Calzadas aparecieron muertos sin sus cerebros, dedos, oídos, y, uno de los cuerpos, sin columna vertebral.
Adolfo Constanzo se relacionó entonces con el cártel emergente de los hermanos Hernández, de donde reclutó a Sara Aldrete alias ‘La Madrina’, su mano derecha.
¿Qué pasó con los narcosatánicos?
El 9 de abril de 1989, la policía de Matamoros, Tamaulipas, irrumpió en el Rancho Santa Elena donde operaban los narcosatánicos.
Los 110 kilos de marihuana que encuontraron eran el menor de los problemas, adentro había un caldero de hierro que despedía un hedor imposible de respirar.
En su interior, sangre seca, un cerebro humano, colillas de cigarro, 40 botellas vacías de aguardiente, machetes, ajos y una tortuga asada.
Los alrededores eran una fosa común con 15 cadáveres ocultos y apilados, todos descuartizados y sin cerebro ni corazón.
Horas antes del operativo, uno de los narcosatánicos había sido detenido en la carretera que conecta a Matamoros encontrándose en su camioneta estos de marihuana y una pistola calibre 38.
Ello, aunado a la búsqueda de Mark Kilroy, el estadounidense, alertó a los policías que decidieron irrumpir en el rancho.
Los narcosatánicos revelaron que al estudiante le le amputaron las piernas hasta sus rodillas, le quitaron su cerebro y después lo hirvieron en una olla.
Además, le insertaron un cable en su columna vertebral para jalar los huesos una vez que su cuerpo estuviera descompuesto y lo enterraron junto a sus otras víctimas.
Asimismo, se descubrió que en CDMX mataron a más de 20 personas cuyos cuerpos fueron mutilados y esparcidos por la ciudad.
Algunos de los narcosatánicos que lograron escapar, entre ellos Adolfo Constanzo, huyeron a la Ciudad de México, escondiéndose en un departamento ubicado en la calle Río Sena.
En mayo de 1989, la policía los encontró y en medio de un tiroteo ‘El Padrino’ ordenó a uno de sus seguidores asesinarlo antes de que la policía lo hiciera.
Así murió uno de los peores criminales en la historia de México. En cuanto al resto de los narcosatánicos, todos fueron condenados a prisión.
Ovidio Hernández García y Malio Fabio Ponce Torres son los únicos sospechosos que siguen prófugos.