Que si los popotes, que si las bolsas, que si el transporte público... la verdad es que hay muchas más cosas que podemos hacer en nuestra vida cotidiana para ayudarle al mundo a darse un respiro.
Estudios recientes han confirmado que una de las principales causas del cambio climático es la producción industrial de carnes para consumo humano, por lo tanto, disminuir su consumo realmente podría mejorar la situación ambiental.
Afortunadamente especialistas siguen trabajando para encontrar alternativas para solucionar este y otros problemas alimentarios preocupantes como la desnutrición crónica.
En este sentido, René Cerritos Flores, investigador de la Facultad de Medicina adscrito al Centro de Investigación en Políticas, Población y Salud de la UNAM, afirma que los chapulines de milpa que hoy son una plaga que pone en riesgo la agricultura en la zona centro del país, en realidad podrían ser aprovechados para combatir tanto a la desnutrición como a la obesidad.
Tan sólo en el Valle de Puebla-Tlaxcala, cada año son infestadas por esta especie endémica de México entre 40 mil y 50 mil hectáreas de cultivos de maíz, alfalfa y frijol y según un cálculo hecho por el especialistas, esto puede hacer que la producción se reduzca hasta un 75%; es decir, si se iban a cosechar cuatro kilos, se obtiene sólo uno.
Ante este panorama, la alternativa más eficiente y sustentable es convertir a esa que hoy es una plaga en una fuente de alimentos pues con la distribución actual de la especie, podrían extraerse de 200 mil a 500 mil toneladas.
“La extracción de la mitad de ellos permitiría alcanzar tanto su sustentabilidad como la seguridad alimentaria para generaciones posteriores. Recordemos que en México hay 1.5 millones de niños con desnutrición crónica.”
¿Y las vacas?
Entonces, hasta el momento hemos entendido que controlando la plaga se estarían salvando miles de hectáreas de cultivos, con ello muchos recursos y además, se produciría más alimento, pero ¿y las vacas?
En un estudio comparativo, René Cerritos comprobó que si se quiere que una vaca aumente de peso un kilo, debe comer 13 kilos de alfalfa; en cambio, para producir un kilo de chapulín de milpa sólo necesita 1.7 kilos de aquélla. Así que entre menos alfalfa necesaria, menos territorios deforestados o erosionados y por lo tanto, más árboles (que limpian el aire) y más diversidad de cultivos.
“Una de las industrias que emite más gases de efecto invernadero es la ganadera. Millones de cabezas de rumiantes emiten dióxido de carbono (a través de la respiración) y metano (por su sistema digestivo y en el excremento). Por si fuera poco, la cantidad de agua y suelo necesario para producir carne de vaca es insostenible”, dijo.
Además, en el mundo, más de la mitad de lo que produce la agroindustria del maíz se destina a alimentar reses, que luego nos comemos. Para dar de comer a cien cabezas de ganado se necesitan más de cien toneladas de maíz y ¿adivina qué? para producirlo también se utilizan combustible, fertilizantes, pesticidas y una maquinaria relacionada con su producción que parece sin fin.
“Lo ideal es que el maíz se use para alimentar a las poblaciones humanas y que con insectos comestibles se sustituya, al menos en una proporción significativa, el consumo de carne convencional.
Con información de Gaceta UNAM.