Sólo una persona se ha quitado la vida en la Catedral de Notre Dame, y fue una mexicana, hija además del arquitecto que construyó la Victoria Alada (ahora conocida como Ángel de la Independencia).
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Aquél 11 de febrero de 1931, Antonieta Rivas Mercado viajó a París, dejó a su hijo de 11 años en el hotel, se dirigió a la parroquia, se sentó frente a la imagen de Jesús crucificado, y se disparó directo al corazón con la pistola que le había robado a José Vasconcelos, uno de sus amores no correspondidos.
Fue mecenas, escritora, activista por los derechos de la mujer
Un día antes de matarse le preguntó "Dime si de verdad me necesitas"... Él, casado y sin imaginarse el poder que tendrían sus palabras, le contestó de la siguiente manera: "Ninguna alma necesita a otra. Nadie, ni hombre ni mujer, necesita más que a Dios".
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Esta pasional y polémica mujer había puesto a disposición del también político su fortuna, la que a la vez utilizó para fundar el primer Departamento de Asuntos Indígenas en la Secretaría de Educación Publica, el Teatro Ulises en la Ciudad de México y un salón de fiestas en el Claustro de Sor Juana.
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Amiga íntima de los artistas más reconocidos
Aunque su familia era acaudalada, admiraba la cultura popular y trabajó arduamente para promoverla. Era amiga cercana de Diego Rivera y Federico García Lorca, e incluso fue la primera que tradujo la obra del español a una lengua distinta.
El día de su muerte, la detonación se escuchó en todo el santuario; la noticia del suicidio apareció en los encabezados de todos los periódicos locales y se realizó un exorcismo para limpiar el recinto sagrado de tal "sacrilegio".
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Un amor secreto y prohibido: Manuel Rodríguez Lozano
En 1936, cuando caducó la concesión de su tumba, los restos fueron llevados a la fosa común. Varios investigadores aseguran que el amor de su vida fue Manuel Rodríguez Lozano, pintor mexicano que se casó con Nahui Olin y cuya presunta homosexualidad ha dado mucho de qué hablar.
Durante mucho tiempo la familia Rivas Mercado y el gobierno mexicano intentaron borrar de la historia la trágica escena. Nadie quería una mártir vasconcelista.
La Iglesia Católica, por cierto, continúa negando la evidencia del día que Antonieta se apuntó al corazón.