Desde que somos pequeños nos enseñan que la felicidad es el ideal máximo que debemos perseguir, el fin de absolutamente todo lo que hacemos y deseamos, sin embargo, existe una teoría que asegura que no esto podría no tener sentimos pues “no estamos diseñador para ello”.
El psiquiatra especializado en personas de la tercera edad Rafael Euba del King’s College London afirma que aunque la felicidad es lo más aceptado socialmente con respecto a las sentimientos y los estados de ánimo, buscarla incansablemente podría ser un despropósito.
Puedes leer: Para ser feliz, necesitas que alguien más limpie tu casa
Foto: Fausto García / Unsplash
En un artículo publicado en The Conversation, Euba asegu que la felicidad es una concepción abstracta de la que cada persona tiene una concepción distinta y afirma que, a diferencia de sensaciones como el placer o el dolor, no ha sido asociada a un área del cerebro humano así que su existencia no tienen una base científica.
Por otra lado, sosteniendo la teoría de que los seres humanos no estamos hechos para vivir en la este estado, argumenta que en un origen sólo teníamos como objetivos de vida la supervivencia y la reproducción, para los que era necesario permanecer en un estado de alerta que se ve mermado cuando estamos felices.
Recomendamos: El ejercicio te hace más feliz que el dinero, lo dice la ciencia
La tristeza es necesaria
Es obvio ya no vivimos en las cavernas y hemos evolucionado en muchos sentidos, pero eso no cambia mucho las cosas, pues Euba sostienen que necesitamos de la tristeza que nos brinda las capacidades y habilidades necesarias par adaptarnos a los cambios.
De acuerdo con el último informe de la ONU con respecto a la salud mental, más de 300 millones de personas en el mundo sufre depresión y el postulante de la polémica teoría aquí expuesta, afirma que esto se debe a un proceso evolutivo.
El especialista afirma que la tristeza nos permite resolver problemas complejos pues es en ese estado cuando conseguimos concentrarnos totalmente en ellos y analizar todas las posibilidades que tenemos disponibles, al mismo tiempo que nos mantenemos alejados de situaciones peligrosas.