Aunque muchas personas conocen la historia de Titanic por la famosa película protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, el barco también esconde otras historias igual de emotivas que el filme.
Ann Elizabeth Isham, una pasajera de Titanic, decidió morir para no abandonar a su perro, luego de que el famoso barco chocara contra un iceberg y se hundiera a mitad del océano atlántico la madrugada del 15 de abril de 1912.
Ann Elizabeth Isham fue pasajera de primera clase en el Titanic
Ann Elizabeth Isham nació en Chicago, Illinois, pero varios años después decidió mudarse a París para vivir con su hermana. Fue en un viaje de vacaciones que Isham decidió volver a Estados Unidos para visitar a su hermano.
En abril de 1912, Ann Elizabeth Isham compró un boleto para el Titanic. De acuerdo con 'Insider', la mujer viajó en el famoso junto a su perro, un Gran danés. Pero la noche del 14 de abril de ese año la embarcación chocó contra un iceberg y se hundió horas más tarde.
Cuando el Titanic comenzó a hundirse y las personas de primera clase fueron llevadas a los botes salvavidas, Ann se acercó a un bote, pero al informarle que su mascota no la podía acompañar, la pasajera decidió permanecer en el Titanic y estar con su perro.
Solamente tres perros lograron sobrevivir al hundimiento del Titanic
Desafortunadamente, Ann Elizabeth Isham fue una de las cuatro mujeres de primera clase que murieron en el hundimiento del Titanic. Entre los cuerpos que se encontraron flotando en el oceánico Atlántico estaba el de una mujer que estaba abrazada al cuello de un perro, investigadores especulan que podría tratarse de Ann Elizabeth.
Debido a la emotiva historia entre esta mujer y su mascota, la familia de Ann Elizabeth Isham decidió hacer un monumento dedicado a ella en Vermont. En el Titanic viajaban 2208 pasajeros y 12 perros que acompañaron a sus dueños. De las 12 mascotas que viajan en el barco, solamente se salvaron tres.
El primero fue un perro pekinés llamado Sun Yat-sen que perteneció a la familia Harper, quienes lograron subir a los botes salvavidas. El segundo fue Lady, una perrita Pomerania que viajaba con Margaret Hays, quien logró envolver a su mascota en una manta para aparentar que se trataba de un bebé y así poder subir a un bote.
Finalmente, el tercer perro que sobrevivió era un Pomerania, el can era mascota de Elizabeth Barret Rothschild, cuyo esposo no sobrevivió al hundimiento del Titanic.