Estamos a sólo unos días -aunque seguramente algunos ya empezaron- de deleitar al paladar con una de las delicias tradicionales que más nos encantan; nos referimos, obviamente, a la Rosca de Reyes. Sin embargo, este manjar esconde un lado no tan amigable con el medio ambiente y la biodiversidad.
Como sabes, la rosca va decorada con higos caramelizados y acitrón, pero ¿sabes de dónde sale este último? El acitrón se obtiene de la pulpa de la biznaga Echinocactus platycantus, una cactácea mexicana que, debido a la explotación ilegal, ahora está en peligro de extinción.
Como sucede en el caso de muchas cactáceas, la biznaga tiene un tiempo de maduración demasiado prolongado que puede llegar hasta los 40 años. Esto hace que pocos agricultores estén interesados en cultivarla así que la mayor parte del acitrón se extrae de la vida silvestre sin que exista ningún tipo de control en ello.
Con la intención de detener la tala desmedida de la biznaga, la Procuraduría Federal de Protección Ambiental (Profepa), ha tomado medidas para prevenir la explotación al mismo tiempo han decomisado grandes cargamentos de la planta para detener la cadena de comercio clandestino, sobre todo en estados como Aguascalientes, Baja California, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas, Hidalgo, Oaxaca y Sonora.
Se calcula que cada año, en México se consumen alrededor de 4 millones de roscas. A pesar de que tradicionalmente el acitrón es un ingrediente clave, quienes hacen las roscas han comenzado a buscar opciones, algunos agregan dulces, jalea, ate u otras frutas y otros simplemente prefieren cubrir toco con la costra que a todo el mundo le encanta.
Por otro lado, la Rosca de Reyes no es el único platillo en el que se utiliza acitrón, el ingrediente también está presente en el relleno del pavo que se come en Navidad y Año Nuevo, los chiles en nogada y los tamales dulces.