A lo largo de los años, el ajolote ha sido considerado como el hermano gemelo de Quetzalcóatl y venerado como un Dios, pero hoy está en peligro de extinguirse si en los próximos ocho años no se toman cartas en el asunto.
De hecho el anfibio fue el responsable de que por mucho tiempo, el agua de Xochimilco se mantuviera cristalina, ya que es el encargado de comerse los insectos que la ensucian, pero cuando su población comenzó a desaparecer, el líquido se volvió turbio.
El ajolote también es de gran influencia para la cultura mexica, que lo resguardaba en las chinampas, donde podían esconderse y abastecerse de comida. Sin embargo, existen tres causas que han afectado su supervivencia: especies extranjeras introducidas en el sistema, el cambio de uso de suelo en las chinampas y la mala calidad del agua.
Por ello, un proyecto del Instituto de Biología junto con la Secretaría de Cultura, el gobierno de la Ciudad de México y la delegación Xochimilco, está desarrollando 10 refugios para los ajolotes basándose en la forma de producción tradicional que en la antigüedad era capaz de abastecer a la gran Tenochtitlán.
Con ello también se pretende mostrar que es posible sembrar sin el uso de agroquímicos o pesticidas que dañan la piel de los ajolotes.
Las chinampas, explica Rubén Rojas, del equipo de investigadores, es una tecnología de punta que viene desde la época prehispánica y que actualmente es reconocida por la UNESCO por la gran cantidad de producción que puede obtenerse en un año.
"Se trata de una metodología que consiste en una cama de plantas muertas construida con lodo y fango donde los productores siembran. La conjunción del lodo es sumamente nutritivo y rico en minerales que, sumado al agua, se logra un sistema eficiente capaz de producir cinco o seis cosechas en un año".
Los ajolotes prefieren áreas despejadas con plantas moderadas. Son más activos durante la tarde-noche y a cierta hora tienden a reunirse. No obstante, para su supervivencia se necesita que la sociedad adquiera los productos de los chinamperos y que entienda que Xochimilco tiene igual valor que el Palacio Nacional o Teotihuacán.